Denise Arregui, actriz, periodista, mujer polifacética, conversó con nosotros extensamente, y nos describió cómo fue interpretar a una despiadada líder nazi; además, nos contó ciertos pasajes de su trayectoria, adelantó algunos proyectos artísticos y nos dejó descubrir un poco más de su manera de ser.
Denise, estás en la obra Las mujeres de los nazis, ¿qué nos puedes comentar luego de interpretar a Magda Goebbels?
Me interesó hacer esta obra porque es la primera vez que trabajo un texto con personajes históricos, a partir de eventos reales y con personajes que existieron. Nunca había hecho eso, y me pareció un reto. No se llega a profundizar demasiado en cómo es Magda Goebbels, porque no es un texto biográfico, sino que el autor ha creado situaciones a partir de hechos que sucedieron, pero le ha dado su cuota de ficción. Son tres obras cortas en una, y una de ellas incluye al personaje de Magda Goebbels.
¿Qué tal el proceso de creación del personaje?
Cuando haces personajes que han existido en la vida real, te puedes poner un poco nerviosa de pensar en la cantidad de formas de hacerlo, porque existió, y hay muchas referencias bibliográficas, y uno puede intuir ciertas cosas a través de mirar fotos de esta persona, puedes observar ciertas expresiones de esta mujer, y los hechos reales que te llevan a pensar en que era una mujer absolutamente demente, como deben haber sido la mayoría de personas que pertenecieron al nazismo. Es rico también porque lo creas como tú quieres, y llega un momento en que no miras más referencias y no lees más, porque quieres hacer una creación tuya, no muy previsible. Me ha gustado mucho hacerlo.
Has tomado datos biográficos de Magda.
Básicamente de incidentes muy puntuales, los motivos por los cuales ella fue considerada una mujer modelo en esa época. Ella fue muy poderosa dentro del partido nazi, la respetaban mucho, y quizás en esa época eso era algo muy relevante, porque la mujer no tenía mucha actividad política. Me pareció interesante cómo ella quiso destacar, y le dieron el lugar que ella sentía que se merecía.
En la obra, Magda se encuentra con un examante judío…
Sí, eso no es ficción, es verdad, la ficción está en las situaciones que el dramaturgo ha creado. Magda Goebbels tuvo un amante judío, de hecho, Víctor Arlosoroff fue una persona muy importante dentro del movimiento del judaísmo, fue el fundador de Tel Aviv, y se sabe, desde hace algunos años, que Magda Goebbels era judía.
Era judía…
Sí… La obra ha creado una situación del encuentro de estos dos personajes, que revisan y se cuestionan asuntos de su vida pasada, y comienzan a imaginar por qué es que terminan en este tren juntos, que puede ser un tren medio metafórico, como camino a la muerte juntos, o los instantes antes de despedirse de este mundo, tomando las decisiones que tomaron… Magda, que envenenó a sus hijos y se suicidó… Lo que me gusta es que no es una obra documental-histórica que narra tal cual como fueron los hechos, no es un biopic teatral, sino una historia que genera situaciones irreales dentro de una coyuntura que existió.
Y hay dos historias más… en una eres la encargada en un campo de concentración…
Sí. Hubo una mujer, judía, prisionera en Auschwitz, en donde estaba Mengele, que era el doctor del hospital del campo de concentración, el nazi que hacía experimentos con los prisioneros, se supone que para salvaguardar y preservar y reproducir a la raza aria, y hacía experimentos con los judíos para ver de qué manera se podían hacer estas cuestiones de genética y miles de operaciones y vivisecciones. Esta mujer fue contratada porque necesitaban a un doctor, y ella era ginecóloga. Mengele experimentaba con las embarazadas, matándolas finalmente, y ella se dio cuenta y quiso salvarlas, les proponía abortar, porque era la única forma de salvar sus vidas; ellas, embarazadas, no iban a salvarse, las iban a matar a ellas y a sus bebés, y ella optó por convencerlas de que su única esperanza de vida era abortar, y se convirtió en la abortista de Auschwitz, y realizó miles de abortos durante los años que estuvo ahí, pero les salvó la vida a varias mujeres.
¿Cómo se llama?
Gisella Perl. Y claro, por un lado pudo haber sido muy criticada por haber realizado tantos abortos, pero, por otro lado, fue considerada una especie de ángel, porque le salvó la vida a miles de mujeres.
No se conoce mucho de ella.
No. Tenía que haber personas que cuidarán a los prisioneros mientras decidían mandarlos a la cámara de gas o a lo que fuera, y ella atendió a mujeres en las condiciones más infrahumanas que te puedas imaginar, realizaba abortos en un campo de concentración sin ningún utensilio médico, sin ningún tipo de anestesia, leí historias contando cómo eran esas prácticas abortivas, y eran espeluznantes, y se las ingenió para salvar la vida de miles. Cuando la liberaron, muchos prisioneros dieron testimonio para contar que lo que hizo fue muy bueno, y no le creían, porque pensaban: ¿cómo ha sobrevivido al lado de este hijo de puta de Mengele? A final le creyeron y la mandaron a vivir a Nueva York, y se convirtió en la ginecóloga más respetada de la comunidad judía y de todo Nueva York durante esos años.
¿También participas en la tercera historia?
Sí, ahí soy Angela, la medio hermana de Adolf Hitler, mamá de Geli Raubal, que fue la sobrina con quien él tuvo un romance. Al principio era una relación de protección, de engreírla, pero poco a poco se volvieron más íntimos, se llegaron a enamorar profundamente, y se volvió una relación de poder, de pasión, y de posterior suicidio de la niña, porque se supo que estaba embarazada, no se sabía de quién, si de Hitler o del chofer de Hitler, con quien también tenía una relación, y Hitler estaba absolutamente en contra de que se enamorara del chofer, le hizo la vida imposible a la niña, y la mamá la obligó a abortar.
Leí una reseña acerca de la obra, en la cual decían que ha sido un buen debut de la directora, y comentaban el tema de las decisiones de los personajes…
Tiene que ver con tomar decisiones que afecten a una nación entera, o decisiones para tu vida personal. Esta obra te hace pensar en el nivel de egoísmo y de locura que tienen las personas para tomar estas decisiones que terminan aniquilando a la gente, nivel de demencia enorme que hubo, y que sigue habiendo.
Hablando de Magda, ¿podrías resaltar algo positivo de este personaje?
Honestamente, no.
¿Tampoco has encontrado algo en común entre ella y tú?
Nada de nada. Me imagino que Magda no quiso quedarse en ser una ama de casa madre de seis hijos, quiso sentirse útil, tenía sus propias convicciones, y fue parte de un movimiento enorme con el que jamás en mi vida podría estar de acuerdo. El empuje podría ser algo que destacaría de ella, pero nada de lo que ella haya podido hacer me parece defendible o justificable, sino totalmente deleznable.
Era una loca.
Era una loca. El simple hecho de querer ser parte de la cúpula de Hitler y de Joseph Goebbels ya te hace ser una persona con una sed de poder asquerosa, porque no solamente es el poder por el poder, es el poder por ser el único y aniquilar al resto de la gente que no es parecida a ti.
En una escena de Las mujeres de los nazis con Roberto Ruíz, interpretando a Magda Goebbels
Ahora que hablamos de mujeres, con estos personajes diferentes de la obra, se me viene a la mente el tema de la violencia contra la mujer, ¿crees que lo que sucede es que ahora es más visible por los medios?
Pensando en cómo eran las cosas hace varios años, cuando yo era más chica, no sé si era igual de violento como es ahora, pero ahora, con el nivel de las comunicaciones, tengo la sensación de que se ha generado una consciencia inmensa acerca de un asunto que… no veo cómo va a cambiar. Creo que es muy profundo, y tiene que partir no solamente de políticas públicas, sino de un tema de educación, que es el lastre que venimos arrastrando hace un montón de tiempo. Admiro a la gente que tiene ganas de generar estos cambios movilizando a la gente; yo no soy muy activista, por no decir que en realidad no lo soy, pero observo y sufro, y acompaño cuando hay que hacerlo, y me entristece profundamente y me llena de impotencia. Generando consciencia es la única manera en que las cosas van a empezar a cambiar, espero.
Hablar del tema podría ser un inicio, y la educación, que también es parte de las políticas públicas.
Por supuesto que sí. Debatir, conversar, en la escuela, que la gente no tenga miedo de hablar, yo misma he tenido miedo de hablar y decido cuándo hacerlo y cuándo no. Debe ser muy difícil contar episodios de violencia, es una decisión de cada uno, pero se está dando cada vez más, es evidente…
Y a veces uno se da cuenta y ha sufrido violencia, o ha cometido violencia, y ni siquiera ha sido consciente de eso.
Sí, y eso es algo que se valora mucho ahora, que las personas están empezando a crear consciencia de que, sí, quizás ellos en algún momento han sido igual de violentos y agresivos sin darse cuenta, y eso también remece, y no está mal sentirse un ratito culpable por haberlo hecho, pero ojalá que eso quede marcado y que se sepa que no hay que volver a repetir esos comportamientos. No hace falta hacer un mea culpa público, también son válidos los procesos internos y en silencio… porque duele, y no solamente te duele a ti sino a los demás. Definitivamente son cosas inaceptables, y siempre me hago la gran pregunta, me encantaría saber tangiblemente cuánto funcionan estas enormes movilizaciones que hay, las marchas, la que va a haber este 25 de noviembre, me encantaría hacer una encuesta posterior a eso, a ver si ha generado realmente un cambio en las consciencias de las personas.
Hacer un censo, pero uno de verdad.
Claro, sí, un censo, como una encuesta que diga: ¿cuánto sirvió?, ¿qué te generó a ti ver esta movilización?
Volviendo al arte, una vez dijiste que disfrutas más estar en el escenario que ver teatro. Pero también eres periodista; haciendo un paralelo, ¿disfrutas más que te entrevisten o cuando estás entrevistando?
Me gusta más entrevistar, me cuesta un poco hablar de mí, depende del momento en el que esté, es parte de mi forma caótica de ser, de la forma de organizar mis pensamientos sobre quién soy ahora. Cada cierto tiempo me cuestiono mucho de mí misma, hacia dónde voy, en términos personales, profesionales, de oficios, de mil oficios, y todo. Me cuesta organizar mis pensamientos en torno a mí. Toda mi vida he sido así. Tengo momentos en los que mi cerebro y mi mente están bastante caóticos, y me impiden organizar mi vida de la manera en la que necesita estar organizada, lo único que me da estructura para pensar bien es el ejercicio físico, y en los últimos tiempos he estado batallando con eso, porque estuve haciendo yoga y me lesioné. En mi caso la actividad física es indispensable para pensar mejor.
Entiendo.
Cuando me siento frente a alguien como tú, que me preguntas cosas, a veces pienso que está bueno no pensar mucho y decir lo que te salga del forro, pero he aprendido que no hay necesidad de eso, no creo ser una persona tan interesante como para contar demasiadas cosas, me considero una persona muy sencilla, simple, en el buen sentido. En algunos momentos de mi vida, cuando eres más joven, eres mucho más abierta a hablar de ti, creo que con el tiempo me he vuelto un poco más reservada con mis cosas.
¿Más?
Sí… ¿te parece que soy reservada?
Pareciera haber una especie de misterio, quizá porque nunca has hablado de tu vida personal, no has tenido escándalos, solo hablas de tu trabajo, y es tu decisión…
Sí, tampoco es que tenga tantas cosas interesantes de mí qué contar. No te digo que mi vida es aburrida, al contrario, me encanta, pero… uno decide qué contar y qué no. A veces mi vida está más rica que otras veces, todo depende del momento. Ahora aprecio un montón la vida sencilla, me gustan las pocas cosas que hago. Cuando era chica me gustaba, y es muy común entre las mujeres más jóvenes, hablar de detalles de cómo son, de cómo funcionan, cómo sufren y cómo toman decisiones. Me parece importante, como entrevistador, en tu caso, y en el mío cuando hago mi chamba de entrevistadora, tratar de sacar ese lado, y ahorita me siento un poco egoísta…
No, al contrario.
Bueno, no egoísta, pero entiendo que los entrevistadores quieran conocer aspectos de la persona que tienen al frente, porque de eso se trata, de buscar ciertas cosas en el perfil, de compartir cosas interesantes que puedan dar luces de esa persona que ves en el teatro o en la televisión. Quizá no estoy en ese momento ahora.
¿Sientes que es una especie de impuesto por ser una persona pública?
No, simplemente creo que hay momentos en la vida en los que uno tiene muchas más cosas que contar que pueden ser entretenidas e interesantes, y tiene que ver con el momento en el que estás. Mi vida transita entre tener meses del año llenos de proyectos que me enriquecen un montón, y después paso por momentos en los que estoy tranquila en mi casa, con mi perro, haciendo mis traducciones, ganándome la vida como cualquier ciudadano común y corriente.
Vives con tu perro y ¿tienes pareja?
Sí, vivo con mi pareja, somos convivientes, y tenemos un perro, somos una familia de a tres.
En el rol de Gisella Perl
Hablando del periodismo, empezaste en canal 4…
Empecé en el canal 4, como narradora en el noticiero Primera Edición, con Sol y Federico en esa época, y además era reportera, iba a cubrir noticias, y créeme que es algo que empiezo a extrañar de vez en cuando, hay días en los que me levanto y digo: quiero volver a la calle a ser reportera. A veces me provoca, tener el valor de decir: a la mierda con todo, me olvido un rato de actuar, ya estuvo bueno un tiempo, quiero volver a ser reportera de noticias. A veces siento que esos cambios radicales son las cosas que necesito en la vida; una persona como yo tiene tendencia a aburrirse si se queda en lo mismo. Siempre he estado como escindida entre la actuación y el periodismo cultural, y ahora haciendo miles de otras cosas para vivir, y me pregunto si estoy cómoda haciendo muchas cosas distintas a la vez, en lugar de hacer una sola cosa a profundidad; creo que es algo que siempre me lo seguiré preguntando. Por momentos me encanta sentir lo “multifacética” que muchas personas me hacen sentir que soy, y que sé que soy, pero hay épocas en mi vida en que no me gusta darme cuenta de eso.
Recuerdo cuando entrevistaste a Charly García y le mencionaste a “músicos, mayores o menores que tú…” y te interrumpió: “mayores no hay, ¿conocés a alguno?”, hiciste un gesto como pensando y te dijo “chau”, terminando la entrevista intempestivamente. Alguna vez en una entrevista con Luis Carlos Burneo te preguntaron y dijiste que la cagaste en esa entrevista con Charly.
Sí, claro, la cagué porque me dejé llevar por esta actitud que tiene este señor (risas)… Ese día yo lo esperé desde las ocho de la mañana. Siento que si hubiera tenido esa experiencia hoy, lo hubiera manejado diferente, hubiera respirado un poquito y le hubiera seguido la corriente, pero el resultado fue bueno igual, fue genial. Creo que si hoy tuviera la oportunidad de volver a tenerlo al frente hubiera sido distinto, le hubiera dado en el gusto, para tenerlo al frente más rato.
Bueno, ahora él ha cambiado.
Sí, seguro, yo también he cambiado, era chibola en esa época, tenía bastante menos experiencia.
Has estado muy ocupada en estos días…
Sí, estuve muy metida en un taller de actuación de una compañía de Nueva York que trajeron los de La Plaza, una compañía con la que yo había entrenado en el 2011, estuve muy metida con ellos en un taller fantástico de Anne Bogart de la Siti Company, hice la traducción de ese taller, me encantó la experiencia. Se hizo una convocatoria y trabajamos 16 actores peruanos ahí metidos. Ha sido increíble. También hago traducciones de diferentes cosas, del inglés al castellano. También he estado con la obra de teatro, y soy coordinadora de Ciclorama, que es un taller de formación actoral que hemos montado con mi amiga Alejandra Guerra, que es la profesora. Sí, tengo múltiples actividades, para variar.
Y ese taller de Anne Bogart…
Es una compañía muy conocida de vanguardia, de Estados Unidos, que se llama Siti Company. Yo estuve con ellos en el 2011, haciendo sus talleres anuales de formación en Nueva York. Tienen una metodología de trabajo muy interesante que han creado para improvisación y entrenamiento para actores, que se llama viewpoints.
Viewpoints, puntos de vista…
Puntos de vista escénicos. Es un sistema de entrenamiento fabuloso para el actor, y para directores también, es algo que se ve un poco en algunas escuelas acá en Perú, pero no a profundidad. El taller ha sido muy novedoso, muy revelador para un montón de gente, y me alegro de haber participado un poco en la organización, porque es algo que yo quise hacer hace mucho tiempo; finalmente se logró, y ha sido muy rico para todos los actores.
Cuéntanos de Ciclorama.
Es un espacio de formación actoral que hemos creado Alejandra Guerra y yo, ella es maestra de actuación en la Católica hace varios años. Alberto Ísola, Roberto Ángeles, Leonardo Torres, son los actores maestros en Lima que tienen espacios similares en los últimos años; Alejandra es una nueva alternativa, y ha sido un éxito. Hemos convocado a un grupo de jóvenes actores que quieren una formación más regular, más profunda, porque hay muchos talleres en Lima, muchas posibilidades de estudiar y formarse, pero no como un conservatorio, con varias horas a la semana durante un tiempo prolongado.
¿Hay límite de edad?
No. Hay que pasar una audición, se miden ciertas capacidades, algunas herramientas que el actor pueda tener, talento natural, algún tipo de conexión y de sensibilidad con el lenguaje escénico, y se elige a 19 personas, o a 15. El taller dura 10 meses, con un montaje final. Se ha creado un primer grupo muy bacán.
¿Volverás a la música?
La música… algún día la incorporaré en mi actividad escénica.
¿No extrañas cantar en el escenario?
No de la manera en que lo hacía antes, pero sí quiero cantar, me gusta mucho. Hace unos años hice un proyecto con unos amigos, con el repertorio de una cantante que me gusta muchísimo que se llama P.J. Harvey, hicimos un concierto inspirado en canciones de ella.
La Pura Purita… la banda en la que estabas…
Era paja, a mí me gustaba, creo que si hoy se volviera a hacer algo con eso podría tener un sonido más pro. Obviamente, todo hemos crecido, éramos unos muchachitos.
Sonaba medio funkeada su música…
Era punky reggae ska…
Y ahora los integrantes están en diferentes bandas.
Claro, está Ricardo Wiesse de La Mente, Santiago Pillado de El Hombre Misterioso, Constantino Álvarez de Sabor y Control… todos tienen sus proyectos sólidos.
Y tú estás en el teatro, pero podrías hacer algo…
Ojalá, porque me gusta cantar, sí.
Denise en el papel de Angela Hitler, quien consuela a su hija Geli, interpretada por Macla Yamada
¿Tienes algún otro proyecto teatral?
Quiero concentrarme ahora en hacer algo con un grupo de amigas muy cercanas, queremos crear algo juntas, no tenemos idea qué, hay algunas ideas, pero es demasiado incipiente para compartirlo. Queremos buscar nuestra forma de contar historias en escenarios no tradicionales. Esperemos que en el 2018 lo hagamos. Creo que es válido que un actor, después de un tiempo, ya no piense en ser solamente una persona que lo llaman para contar historias ajenas, aunque es una decisión válida también ser un actor que puede funcionar para diferentes obras y servir, pero llega un punto en que te provoca encontrar tu propia voz y buscar tu propia historia, y las posibilidades son infinitas, simplemente es cuestión de quedarse callado un rato y escucharte y ver por dónde quieres seguir. En esas estoy.
Hace un tiempo comentaste que, al ser actriz, y no dramaturga, tienes que esperar a que te llamen, pero ahora vas a escribir…
Escribir es una forma de decirlo, porque escribir uno lo relaciona a un texto, y no necesariamente tiene que ser una obra esencialmente de texto. En esa exploración tenemos ganas de hacer un laboratorio y experimentar. El secreto es juntarte con las personas con las que hay afinidad, y el deseo de explorar sin presión de tiempo, de que en dos meses estrenas, porque este mecanismo habitual de hacer un montaje, con estreno dentro de dos meses, y meterte en la historia, investigar, crear el personaje, estrenar, mantener la historia durante semanas, bacán, siempre lo he hecho y me gusta, pero hoy me provoca explorar otras cosas también. Me gusta la idea de no tener que pensar en que hay que estrenar dentro de dos meses, hay que buscar más bien un espacio de ejercicio creativo, y no tiene que ser sentado frente a una computadora escribiendo un texto teatral, no, hay que estar en el espacio y empezar a crear juntos.
¿Y hay proyectos para la televisión?
Hace tiempo que no hago televisión.
¿Y en el cine?
Hay algunos proyectos interesantes, ojalá que se den, porque el cine es algo que me encantaría explorar un poco más.
Un actor me comentó que a veces en el cine peruano hacen mamarrachos, y es contraproducente, y que debería haber un filtro para que haya calidad.
Sí, pero ahí ya viene todo el tema de que, lo que es calidad para unos, es porquería para otros, lo que es buenísimo para algunas personas, para otros es mediocre. Es tan subjetivo, es tan complicado el tema de la crítica. Creo que también es importante darte cuenta de ciertas cosas del lenguaje cinematográfico para poder juzgar si es que es una porquería o no, no me atrevería a hacer un juicio en ese sentido, porque respeto totalmente a la gente que tiene el empuje y el valor de querer contar una historia a través del cine, porque hacer cine es muy difícil. Me da un poco de pena cuando la gente tira tu proyecto por la borda sin apreciar el esfuerzo que hay detrás para contar una historia y hacer cine, que es dificilísimo. Ahí entra el tema de las comunicaciones que, hoy por hoy, los mensajes llegan rapidísimo a todo el mundo, y todos el mundo se contagia del comentario, y es un poco penoso cuando lees una crítica y te quite la ganas de siquiera ir al cine.
¿Qué película peruana reciente te ha gustado?
Me gustó mucho La última tarde, de Joel Calero, me gustó bastante, todo, desde el guión, el planteamiento, la historia, las actuaciones, es una película muy rica, en varios sentidos, y aplaudo muchísimo el éxito que ha tenido, creo que se lo merece, películas así son las que provocan ver.
Entonces, tienes más de una propuesta para actuar en cine.
Sorprendentemente sí, me han llamado para algunos proyectos, ojalá que se concreten, sería fantástico, con personajes muy entretenidos, me gusta la comedia, es algo que quiero explorar, creo que tengo pasta, y en este caso son películas con un sentido del humor bien bacán, mucho humor negro.
¿Recuerdas algún personaje que te haya costado hacer?
Lo que me parece paja cuando eres actor es cuando se te presenta la posibilidad de hacer un personaje que no tiene nada que ver contigo, y dices: ¿por dónde lo saco?, porque empiezas a juzgarlo, piensas que nunca te comportarías así, que no hay nada que justificar de ese personaje, que es terrible, incluso doloroso hacerlo, y cuando pasas esa pequeña barrera de preguntarte ¿cómo mierda hago esto?, a más bien apropiártelo y hacerlo sin juzgarlo para nada, es delicioso. Hacer el papel de Sandra en Love, love, love… ¿la viste?
Era historia de una mujer en diferentes etapas de su vida…
Sí, en sus veintes, sus cuarentas y sus sesentas, una mujer que tenía un ego enorme, con problemas de alcohol y de mucha agresión, de insatisfacción con respecto a su vida, maltrataba mucho a sus hijos y a su marido, era superinestable, alocada, infiel, desleal… terrible. Me costó mucho al principio, pero, de ahí, cuando te metes en la vorágine del personaje, y no tratas de defenderlo ni juzgarlo, te metes nomás… es rico.
¿Sientes que es un desfogue?, ¿vivir lo que no puedes vivir en tu vida real?
Es la posibilidad de hacer cosas, tomar decisiones, de pasar por aspectos psicológicos, que en tu vida real no vas a hacer nunca; es divertido ese ejercicio que puede ser hasta psicótico en el momento, a mí me gusta, me sacude, me despercude, me saca de mí, me aburre mucho pensar en mí todo el tiempo, pensar en cómo soy, qué quiero. El teatro es rico para eso, porque abordas por un rato psicologías no tuyas, y eso es muy bueno.
Es un momento de escapar de ti misma.
Pero siempre vuelves, ¿no? Es entretenido, y es hasta importante darte cuenta de las cosas que no eres capaz de hacer en tu vida real, y jugar con psicologías prestadas, está bueno eso, y te ayuda a entender un poco a la humanidad que está alrededor tuyo, y saber cómo no juzgar a la gente, aceptarla como es… La gente es muy compleja, muy difícil.
¿Y has aprendido a no juzgarte a ti misma?
He sido muy exigente conmigo misma, y me dan etapas en las que nunca voy a dejar de ser exigente conmigo misma, pero hay etapas en mi vida en que no lo soy. Cuando dejo de juzgarme, reconozco que soy más feliz, sí, reconozco que me siento más tranquila, sí, pero a la vez pienso que no hay que pasar por la vida sin emitir juicios sobre uno mismo, porque la vida es una mierda, y la vida te va a hacer darte cuenta a cada rato que hay que ser un poco más consciente, de las cosas buenas que haces, de las cosas malas que haces y de las cosas que te hacen sufrir.
¿Te sientes feliz?
Jamás diría: ¡ah, me siento feliz! Tengo momentos en mi vida en que estoy muy feliz, pero también soy un ser humano que sabe no serlo, y está bien, y ya me di cuenta que la vida es así, hay momentos en los que estás muy feliz, y hay otros momentos en los que estás bastante menos feliz, y no necesito estar constantemente feliz.
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