Claudia Dammert, actriz de personalidad arrolladora y de frases precisas y contundentes, conversó con nosotros. Presentamos este interesante diálogo en el cual abordamos diversos temas, desde sus inicios en la actuación y su vida personal, hasta la política nacional y su visión de la sociedad en la cual vivimos.
Claudia…
Claudia quiere decir “coja”, en latín. Dicen que viene de una gens romana de los Claudius, o quizá le pusieron ese significado por Claudio, el emperador, que era cojo, tenía de todo, y se hizo el cojo y el cojudo para poder sobrevivir; su madre le dijo: “Tú hazte el tonto, hazte el que no entiendes nada”, y así pudo sobrevivir, y fue uno de los mejores emperadores. Alguien me dijo una vez que hay que viajar en barco de pirata con bandera de cojudo, de repente para eso me ha servido mi nombre, pero yo iba al revés, iba en barco de cojuda con bandera de pirata (risas).
Muchos de los que bordeamos los 40 años te conocimos gracias a la telenovela Carmín…
Eso fue hace un montón, en el año 84. Yo empecé mi carrera mucho antes, lo que pasa es que Carmín me dio una vistosidad que dura hasta ahora, es uno de los íconos de la televisión nacional, y mi personaje fue apoteósico: Liliana, mamá de Mariela, interpretada por Tania Helfgott, ella dejó la actuación, una pena, una chica con muchísimo talento.
Claudia, ¿cómo estás ahora?
Muy bien, mejor que nunca, porque estoy cada vez conociendo más quién soy, entonces, eso es bien rico.
¿Y quién eres?
Soy una mujer que quiere y va a ser muy feliz… y bastante coherente y bastante consecuente. No digo completamente porque, dime de qué alardeas y te diré de qué careces; pero trato, bajo todo punto de vista, de ser lo más coherente y consecuente con lo que digo. Uno siempre está tratando de encontrar la felicidad, y cuando encuentras, te empiezan a poner trabitas, para ver si realmente has pasado el test, y hasta que no lo pasas, te sigue la vida poniendo pruebas y pruebas; y es genial, cuando ya te das cuenta, dices: “Ajá, me quieres agarrar, ya no pues, ya me di cuenta”.
Acaban de reponer la obra Tu madre la Concho, ¿qué expectativas tienes?
Las mismas de cuando hicimos la temporada en Miraflores, que fue un éxito increíble. Yo nunca tengo expectativas, porque tener expectativas quiere decir que estás esperando, me gusta que la vida me sorprenda.
¿Pero qué le dirías al público para que se anime a verla?
Se van a reír a carcajadas, se van a ver reflejadas un montón de mujeres, un montón de hombres van a ver a sus madres, a sus tías, a sus abuelas, a sus hermanas, a quien sea, a ellos mismos de repente desde el lado masculino, porque la castración de los hijos no solamente viene por el lado femenino.
Y tu personaje es…
La Concho… la Concho, tu madre, soy yo. Estamos en el Centro Cultural El Olivar, hasta el 11 de setiembre. La obra es dirigida por Paola Vicente Chocano.
¿Alguna vez has sentido que no te gusta un personaje que te ha tocado interpretar en el escenario?
Por supuesto, siempre. Cuando hay un personaje que “no me gusta”, por alguna razón, pero siento que es interesante, como Edith, que hice hace un año en Reglas para vivir, que me provocaba disgusto como mujer, me empiezo a cuestionar: ¿qué tengo yo de ella dentro de mí que me causa este disgusto?
Te reconoces en el personaje…
Yo me reconozco en todas las personas, creo que es uno de mis grandes logros; puede ser horrible, asquerosa, ¡puaj!, y cuanto más “puaj” me causa, empiezo a sentir qué parte de ella tengo dentro de mí para que me cause tanto rechazo, porque solamente te molesta lo que tienes dentro.
Quizá tenga que ver lo que dijo el escritor Jorge Luis Borges: «Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos»
Claro… “¡Odio a esta persona porque tal cosa!”… Si realmente eres sensible, empiezas a pensar: ¿qué es lo que odio?
¿Utilizas eso como herramienta?
¿Para actuar?, ¡claro!, pero en mi vida real soy una pésima actriz, yo soy magnífica en un escenario, en la vida real se me nota todo lo que siento, no hay forma de querer aparentar algo que no estoy sintiendo.
¿Recuerdas algún papel que te haya gustado mucho hacer en el teatro?
Sí, claro, justamente, el personaje de Violeta, en Agosto, que hice en La Plaza hace siete años, con el que volví al teatro después de 12 años, fue un personaje extraordinario, que un poco me sacó del anonimato de una generación, porque yo me fui 12 años a la sierra; entonces, todos los chicos de la edad de mi hija Oriana, por ejemplo, que no me conocían, o habían escuchado de mí por su mamá o su abuela, o de Carmín, que habían visto 20 años después, pero Agosto me sacó de eso. Un rol que me fascinó hacer, uy, cuando tú estabas en espermatozoide, fue el personaje de Gooch, en Mame, la comedia musical, que ojalá la volvieran a hacer, claro que ahora sería Mame o Vera Charles, en esa época fue con Elena Cortés y Linda Guzmán, leyendas, las dos ya están en otro plano; pero mi personaje de Goosh fue fantástico, lindísimo, me encanta, esa comedia musical deliciosa Silvia Pinal la hizo siglos, en México.
¿Cuándo fue esa obra?
Fue en el 76, mi hijo Rodrigo ya había nacido, yo lo llevaba chiquito al teatro. Agosto, Crónica de una muerte anunciada… todas las obras que he hecho me han gustado, y mi personaje estrella, Patricia Pardo de Prado, “cucuchi darling”, que ha sido mi gran catalizador de emociones.
¿En cuál obra apareció ese personaje?
En varios unipersonales, no tenía nombre, porque, “cucuchi darling” y todo lo demás, empieza en el año 75. Alfredo Ostoja me regaló un libreto que había escrito; yo antes copiaba a las pitucas de Antonio Gasalla, el gran comediante argentino, y después ya me crea ese personaje, y es en el año 86 que Daniel Camino me dice: “Le voy a poner nombre, ¿qué te parece Patricia Pardo de Prado?”, porque era el seudónimo con el que su mamá escribía cartas de protesta a El Comercio, y me parece maravilloso. Así que, fue en el año 85, 86, que fue bautizada la famosa PPP, porque hay que ser tres veces P en este país para triunfar.
En esas épocas, cuando empezaste en el teatro, ¿es cierto que estuviste presa por un unipersonal?
Me metieron presa por desacato al gobierno, era el gobierno militar.
¿Qué fue lo que hiciste?
Cantaba: “Mientras yo estoy cantando para entretener, hay gente que no tiene un carajo qué comer… a nadie ya le importa otra revolución, si en cinco minutos la ve por televisión”, y cosas así, y denunciábamos todo muy en joda, como era el cabaret político. Nosotros empezamos el café teatro, primero Vinko, el gran comediante argentino, fue el que trajo a Lima el café-concert, y yo fui la primera mujer, hacíamos mucha sátira social y política, mis personajes siempre han sido eso.
Y aquella vez, ¿a dónde te llevaron presa?
A Seguridad del Estado, que está en la avenida España.
¿Cuánto tiempo estuviste ahí?
Estuve nada más que cuatro días, porque vomité (risas), me trajeron varios chocolates Sublime, cuando el Sublime sí era chocolate, yo no había comido en tres días, porque el rancho realmente es asqueroso, tienen que cambiar de menú; me trajeron mis Sublime, comí uno y vomité todo, me llevaron al Hospital de la Policía, y ahí me tuvieron, una semana.
¿Te volvió a pasar algo parecido después?
Con Candidaza al 2000 me cerraron todo, esa fue la época de Fujimori, me reía de todo lo que estaba pasando en la política peruana, para no llorar de pura impotencia. Decía que no era candidata sino candidaza si pensaba que el SIN o el CHIN iban a dejar que yo ganara las elecciones. Cuando di inicio a la Marcha de los Cuatro Suyos frente al Palacio de Justicia, me cerraron todos los trabajos, fue un ahorcamiento económico, y perdí mi casa de Chaclacayo, tuvimos que devolverla al banco, porque no había forma de pagar la hipoteca. Luego me regresé a la sierra; entonces, el humor para mí ha sido muy gratificante (risas), en el sentido de que tengo medallas maravillosas de haber perdido casas y estado presa por defender la alegría y la coherencia política.Con Claudio Calmet en una escena de Tu madre, la Concho
En tus unipersonales siempre sueles hacer sátira
Sí, mi último unipersonal, que lo hice solamente 20 funciones con lindo éxito, se llama Psicomedia, es una exploración del cerebro femenino. En algún momento tiene que volver.
¿Tú diriges el unipersonal?
No, siempre tengo un director, yo todavía no me siento Charlie Chaplin o Cattone, siempre me gusta que haya alguien que observe desde afuera lo que estoy haciendo.
¿Crees que el teatro peruano está yendo por el camino correcto?, ¿está mejor o peor?
El teatro peruano siempre ha sido muy bueno, ha sido excelente, tenemos una calidad… somos de una calidad altísima de interpretación, los actores y las actrices peruanas, somos realmente magníficos, en cualquier parte del mundo nos podemos parar, en cualquier escenario de cualquier parte del mundo, y sentamos cátedra, de lo buenos que somos.
Comparando el estado actual del teatro peruano con el de hace 30 años…
Lo que pasa es que ahora hay más teatritos chiquitos; las obras duran muy poco, dos meses, 50 funciones. Con Yo me bajo en la próxima, ¿y usted? me quedé dos años, por ejemplo, en teatro de 500 personas, y hacíamos funciones de martes a domingos, dos funciones los sábados y dos funciones los domingos, y se llenaba, se repletaba; en café teatro hacíamos dos funciones diarias de martes a domingo, y se repletaban. Entonces, no sé cómo evaluar. La gente dice “¡Ay, el teatro ha cambiado!”; no, lo que pasa es que antes había teatros más grandes, y todavía faltan teatros, pero ahora son más chiquititos. Me encanta la idea de que Los Productores hayan puesto el Pirandello, o que hayan puesto un teatro en Lima Norte. Hay que descentralizar profundamente todavía. Arequipa es una plaza excelente, Trujillo también, Chiclayo, Piura… pero hay que abrir muchas más plazas, y hay que hacer que el teatro sea una prioridad, las artes tienen que ser una prioridad en cualquier sistema educativo, eso es lo que te va a llevar a realmente completarte como ser humano, con una sensibilidad artística.
¿El gobierno debería hacer algo?
No solamente los gobiernos que pasan, eso tiene que ser una política nacional, no gubernamental, tiene que ser una política y tiene que ser una prioridad. Están creando montones de facultades, me parece genial que ahora se haya abierto la Facultad de Artes Escénicas en la Católica, pero usualmente ahí van “los artistas”… pucha, yo gano mucho más que un gerente, y mi profesión sigue siendo considerada muchas veces un hobby, todavía hay padres que dicen: “¿Cómo?, ¿quieres ser bailarín?”, “¡maricón!”, “¡ese no es un trabajo!”, “¡si no sacas tu cartón de abogado, no te ayudo!”.
¿Por qué decidiste ser actriz?
Porque me dio la gana.
¿Cuándo?, ¿cómo?
Desde siempre, desde que nací, yo no pensé en ser otra cosa más que actriz, el ser actriz me salvó, si quieres, de morir, en una sociedad muy teatral.
¿Sociedad muy teatral?
Somos una sociedad que todo el tiempo está actuando, en ciertos niveles, o actúas de que tienes mucho, o actúas de revolucionario… la vida es una actuación; entonces, el hecho de haber escogido la actuación como profesión me ha hecho ver la vida de otra manera y saber ver miles de personajes dentro de mí, pero, sobre todo, tratar de no actuar conmigo misma, de poder actuar para afuera tranquilamente y saber quién es mi protagonista interior, quién soy yo como persona.
Nunca dudaste de que actuar era lo tuyo
Jamás, nunca se me ocurrió ser monja ni otra profesión.
Si no fueras actriz, ¿cuál otra ocupación te gustaría?
Educarme primero en ser muy feliz, que es lo que estoy haciendo, y poder, de esa manera, dar esa felicidad a otros, sería una facilitadora de felicidad.
Alguna vez dijiste que somos un país profundamente racista
Totalmente, somos totalmente racistas, absolutamente racistas.
¿Por qué?
Porque, ¡no me jodas pues!, tú ves que viene un cholo por la calle y te pasas a otro lado por si acaso, tú ves que viene un rubio de ojos azules y no se te ocurre, y ese es un psicópata, pero no se te ocurre porque es blanco, rubio y de ojos azules; ese es un racismo total.
Me has dicho el síntoma, pero no el por qué, la causa
Por complejo, somos acomplejados, somos, me incluyo, somos un país profundamente acomplejado. Ahora sí sacamos pecho, ¿no?, decimos: “ay, sí, la gastronomía, ay, sí, tal cosa”, pero también: “mi abuelo era alemán, mi abuela era italiana”. Ahora como que se está poniendo de moda decir: “ay, sí mi abuelo era ayacuchano” -lo cual es cierto, mi abuelo era ayacuchano- o ahora todo el mundo tiene nombres en quechua, las firmas, “Sumac warmi”, “Chuchuhuasi”, qué sé yo, ahora como que se está poniendo de moda, lo cual me parece genial, porque una vez que asumes tus orígenes, y aunque no hayas nacido acá, y aunque tus padres hayan sido de cualquier otro lado, en el momento en que llegas a un país y lo asumes como tuyo, hay que estudiar y honrar los orígenes de ese país.
¿Es verdad que te fuiste a Áncash por amor?
Claro, por amor al padre de mis hijos, Oscar, y me regresé también por amor a mí, porque cuando ya eso se terminó, decidí que tenía que venir.
¿Fue duro ese cambio?
Cambiar es duro porque justamente cuando tienes que cambiar, por ejemplo, la forma de un árbol, que ya ha crecido medio chueco, y quieres que vuelva a enderezarse, o quieres que se tuerza para otro lado, tienes que cortar muchas cosas, tienes que podar muchas cosas para volver a enderezar eso; lo mismo pasa con un músculo, cuando se ha atrofiado y quieres volver a ponerlo en su sitio, duele un rehuevo, bueno, a mí el huevo no me duele pero, duele muchísimo, entonces prefieres mantener esa forma atrofiada, y no volver a una forma armónica, porque el camino de regreso hacia la armonía, al principio duele muchísimo.
¿Extrañabas algo de Lima?
No, no mucho; ahora, ¿si extraño lo de allá?, ya aprendí a no extrañar, o sea, pienso, qué lindo, qué rico, pero, si extraño es porque estoy enganchada al pasado, así que cuando quiero estar allá, cierro los ojos y me traslado, he aprendido… ahora digo que soy town and country, o sea, campo y ciudad.
¿Tus hijos nacieron en la sierra?
Mi hijo mayor, Rodrigo Jorquera, nació en Lima; mi hijo segundo, Aktsi -que quiere decir «luz» en kichwa ancashino-, en Yungay; y mi hija tercera, Oriana, en Caraz.
Dijiste que Aktsi era la oveja negra…
Ah, sí, porque estudió administración (risas). Es un regalo, es mi hijo del corazón.
Volviendo a tu trabajo, ¿tienes proyectos para la televisión?
Hay un proyecto que vamos a sacar en el canal 7, que se llama A toda vida, un programa sobre los sesentimás, porque sentimos más… Yo soy una sesentimás, voy a cumplir 68… Ya tiene casa, ya tiene horario, ya estamos en toda la parte de la producción y de los auspiciadores que van a ir. Va a ir los domingos a las 10 y media de la mañana.
Tendrá temas variados para los sesentimás
Temas variados… los protagonistas son ellos, las mujeres y los hombres que viven a toda vida… Ahí van a poder ver, y los jóvenes que están viejos pueden ver y sentirse viejitos y llegar a ser así, existen demasiados jóvenes viejos, se ve en la expresión corporal, es que soy terapeuta psico-corporal, es mi segunda carrera, soy profesora de biodanza.
¿Das clases particulares?
He estado dando muchos talleres, y ahora voy a empezar un grupo. Mi monografía de biodanza es justamente Tu cuerpo es tu escenario, al encuentro de tu protagonista interior, hice toda una fusión de la biodanza con el teatro para actores y actrices, para gente que quiere descubrir a su verdadero protagonista interior. En todas las escuelas de teatro te dicen cómo actuar para afuera, pero no te dicen cómo actuar para adentro, o cómo encontrarte.
¿Cómo tomas esta etapa de tu vida?
Es maravillosa, extraordinaria, no compras toallas higiénicas, no te viene la regla, la menstruación no ensucia sábanas, no tienes dolores en los ovarios, ya no quedas embarazada, puedes tirar como quieras, con protección por supuesto, te deshaces de un montón de cojudeces que tienen que pasar en un ciclo cuando la sangre todavía tiene que ser dada hacia afuera. Las mujeres apaches norteamericanas dicen que la menopausia es el umbral a la sabiduría, cuando ya no tienes que dar más tu sangre hacia afuera, sino que vuelve todita hacia ti para que te conviertas en una mujer completa, para que renazcas.
¿Qué opinas del feminismo?
Yo no soy feminista, yo soy mujer.
¿Por qué no eres feminista?
Los extremos… yo he sido muy extremista en muchas épocas de mi vida, pero no en el hecho de ¡aaah!, ¡a pelear!, ¡la mujer!… Aprendí a no luchar, porque, “la lucha contra la violencia”, “La lucha contra el cigarro”, “la lucha contra el cáncer”, todas esas luchas han fracasado totalmente. No soy los cañones, ni las metralletas de las mujeres para exigir sus derechos, sino, soy un poco como las campanitas, o los triángulos, ¡tintintín!, para despertar; además, eso de los derechos… yo digo: ¿y los izquierdos?, ¿dónde están? Cuando empiezas a etiquetar y clasificar… no me gusta hacer eso; por ejemplo, a mí no me pueden encasillar, no me pueden decir: “Claudia sirve solo para este papel”, “sirve solo para este personaje”, “a Claudia no la podemos llamar porque esto no lo puede hacer”… y es lo mismo en mi vida, nunca me han podido encasillar, ni siquiera mis hijos me pueden encasillar, soy inencasillable.
Hablemos de cine, ¿participarás en alguna película?
Estuve en La herencia, en Cementerio general 2, y hay otra película que ya grabé y que está por estrenarse, Maranatha, que dirige Jorge Marín; además, Deliciosa fruta seca, dirigida por Ana Caridad Sánchez, acaba de estrenarse en el Festival de Cine de Lima, en la sección Hecho en el Perú; también estoy en Gemelos sin cura, la película de Melcochita, en un papel muy agradable, muy simpático; la última película que acabo de grabar se llama Los doce apóstoles. En este mes de agosto, como es la Fiesta de la Pachamama, el primero de agosto se abren todas las tierras… ¿será que la Pachamama se está abriendo ya para mí?
Cerca de tu cumpleaños
También, es el 17 de agosto.
Me parece que Deliciosa fruta seca ganó un premio en Francia
Acabamos de ganar un premio en París como Mejor Película de Ficción, el premio se llama Le Soleil Tournant, “El Sol que Gira”, los premios se van a dar acá en Lima, va a haber una conferencia y una fiesta para darnos los premios; viene Jovita Andrade de Maeder, que es la promotora de este festival, que es el noveno Festival de Cine Peruano de París.
Entonces, el estreno mundial fue en París
Sí, estrenamos en París, dimos a luz en La Ciudad Luz.
¿Se está viendo la manera de proyectar la película también en la cartelera comercial?
Se está viendo, sí, claro, Andrés Malatesta, que es el productor, está viendo eso, por supuesto, eso es lo que quiere cualquier película peruana, que acá la exhiban en los cines comerciales, ¿no?, y que tenga mucho éxito.
¿Qué opinión tienes del cine peruano actual?
Hay mucha más producción, de hecho, hay de todo, hay buenas, hay mediocres, como en cualquier país, pero definitivamente necesita muchísima inversión, es una industria en la que se necesita bastante inversión, y los inversionistas deberían tomarla más en cuenta, y el Estado también.
Hablando del Estado y de política, has sido bien activa, ¿cómo es que diste inicio a la Marcha de los Cuatro Suyos?
Yo abrí la Marcha de los Cuatro Suyos, hice el gran juramento de La Patria para mantener la democracia; como dice Enrique Pinti, y yo siempre lo repito: La democracia es como la saliva, todo el mundo la tiene en la boca, nadie sabe de dónde sale ni para qué sirve.
Volviendo a citar a Borges, también dijo que “la democracia es un abuso de la estadística”, creo que quiso decir que no porque todos voten por alguien ese alguien sea el correcto
Es mentira, la democracia… yo no soy demócrata, ¿qué quieres que te diga?, porque si lo tomamos desde “el gobierno del pueblo y por el pueblo”, y no sé qué, es una gran farsa… de que todos somos iguales, que tenemos los mismo derechos; en ese caso, uno de los países más democráticos sería Cuba, porque ahí no hay un solo niño que se muera de hambre, y eso no me lo puede discutir nadie; no estoy de acuerdo con muchas de las cosas de Cuba, pero ahí no hay un solo niño que se muera de hambre, y esa es la primera línea de partida para cualquier cambio.
Cuando haya elecciones presidenciales, ¿votarás por alguien?
Voy a botar a muchos (risas), botaría a muchísimos, los sacaría y los jalaría por el water, pero se atraca. Me asombra la capacidad de estupidez que tenemos como país.
Imagino que alguna vez has votado por alguien
Sí, he votado por Ollanta Humala, hice campaña por él cuando todo el mundo lo escupía, y qué pena; he votado en blanco varias veces, ah, no, viciado, ¿por qué dicen “votar en blanco”?, podría ser votar en negro, o en rojo. Creo que el único presidente con el que no me he sentido defraudada ha sido con Valentín Paniagua (risas), un gobierno de transición, que fue maravilloso; pero después… bueno, supongo que todos somos humanos.
¿Y Susana Villarán?
No sé, ojalá que haya aprendido a escuchar a los demás y a tener humildad, que fue lo que le faltó cuando fue alcaldesa; cuando fue ministra fue extraordinaria. En la Municipalidad hizo grandes cosas por la cultura, y no mereció lo que le hicieron, desde que entró la jodieron como a nadie.
Y parece que la investigaron por el tema de la empresa brasilera OAS
Mira, yo no pongo las manos al fuego por nadie, pero no me parece una persona que se ensuciaría las manos con temas económicos. Cuando hice campaña por Ollanta le dije a Nadine: “Yo no les doy a ustedes un cheque en blanco, primero muestren, pero voy a hacer campaña porque creo que necesitamos un cambio profundo en el país”, y ellos lo estaban ofreciendo, pero fue una gran mentira, la gran farsa, una pena profunda lo que está pasando en el país. Yo ya no voy a marchas ni a nada de esas cosas, ya las hice toda mi vida y no veo que haya habido algún cambio, sí veo que hay alguna gente con conciencia, pero la gran masa sigue siendo vapuleada y movida y zarandeada por los medios masivos.
En los días de la revocatoria a Villarán, en una entrevista con Beto Ortiz, dijiste que querías mucho a Luis Castañeda
Claro, Lucho Castañeda era socio honorario del Sindicato de Actores del Perú, porque fue un gran apoyo para los actores, para los artistas cuando fue, primero, presidente del IPSS, hoy EsSalud, y después en la Municipalidad, fue un gran apoyo; después no sé qué le pasó, y yo se lo dije: “¿Qué te ha pasado, Lucho?”, después entró a tirarse abajo toda la chamba de apoyo cultural que había hecho Susana, entró con mala leche; la gente puede ir cambiando.
¿Sigues pensando que fue una metida de pata la frase: “Los nuevos ricos, esos son horrorosos”?
No, fue mi personaje Patricia Pardo de Prado quien lo dijo. Ha sido una frase que me ha hecho reflexionar muchísimo, que le ha dado rating a un montón de gente, al mismo Beto se lo he dicho: “Caracho, cómo has jugado con el rating conmigo durante dos semanas”, pucha madre, debo ser una persona muy influyente para que lo que yo diga pueda haber rebotado tanto, haber sido tendencia en Twitter, yo no sabía ni lo que era “tendencia”. De eso no me arrepiento porque fue una frase dicha en un momento, de repente, fuera de contexto, pero fue el personaje; y si lo hubiera dicho, como lo he dicho muchas veces en los programas de Beto Ortiz, jugando con el personaje de Patricia Pardo de Prado, o en otros programas, en ese momento lo agarraron para tratar de deshacerme, y fue genial, porque deshicieron un montón de creencias mías, yo siempre digo que las cosas pasan para algo, y no por algo, así que me ayudó muchísimo.
Si pudieses hacer algo por la humanidad, ¿qué harías?
¡El reciclaje!, bastante reciclaje, bastante compost, la mierda es el mejor abono, el guano es caca; entonces, yo agarraría toda la mierda, empezando por la mía, y la volvería a enterrar para que esa mierda se vaya pudriendo y las semillas buenas vuelvan a surgir, eso es lo que yo haría; además que no existe la mala hierba, dicen por ahí que la mala hierba es la buena hierba de la mala tierra, y sirve de protección.
¿Metafóricamente?
¿Tú que crees?… Somos parte de la humanidad, somos parte de la naturaleza, el hecho de que te quieran separar es una de las grandes fallas de esta humanidad, creen que el medio ambiente quiere decir los árboles, las plantas, el mar, y no se considera al ser humano como parte de ese ambiente, por eso debería llamarse “ambiente entero”.
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