Walter Ramírez, actor de teatro, nos confiesa en esta entrevista lo que ha sido para él dejar una carrera estable como administrador hotelero para dedicarse de lleno al arte. Nos habla también de Roberto Zucco, obra en la cual asiste en la dirección a Roberto Ángeles, y de Escuadrón juguete, montaje en el que personifica a El Soldado, un juguete que cobra vida en una fantasía navideña. Además, anuncia su participación en la telenovela Princesas, inspirada en cuentos de Disney.
Walter Ramírez, eres actor y director.
Soy actor, pero estoy pensando incursionar en la dirección, para ello deseo estar bien preparado.
Has estudiado afuera.
Sí, en Madrid, con el profesor Jorge Eines, catedrático de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid). Él es argentino pero radica en Madrid hace 40 años, y dicta un taller de interpretación con una técnica propia, en donde se busca salir de lo racional para que el comportamiento sea más instintivo. Él no te pide que aprendas el texto, lo que pide es que lo leas durante 20 minutos al día, todos los días, para que cuando llegues a escena el texto salga a partir de las acciones físicas, de manera instintiva. Luego se hace una estructura de lo encontrado para realizar un plan escénico. Él trabaja con dos binomios. Uno es: conocimiento y expresión. Cuando te permites primero conocer qué es lo que ocurre en escena, da como resultado el desarrollo de una línea conductual, y luego aparece lo emocional en el camino. Lo otro es: memoria e imaginación. Cuando trabajamos con la memoria tendemos a copiar de todo lo que vemos, y no te permites tener capacidad creadora a partir de tu propia imaginación. En algún momento uno va a traer cosas que ha vivido, porque la imaginación inevitablemente a través de la acción te hace traer a escena cosas vividas o que hemos visto, pero no porque las hayas puesto de antemano, sino porque aparecen como resultado de un buen ejercicio. Para mí ha sido un despertar descubrir esta técnica.
¿Es cierto que antes de ser actor te dedicabas a la administración hotelera?
Yo soy chef de profesión, además estudié marketing y lo asocié a la administración hotelera, trabajé 11 años en hotelería y hace seis que dejé mi carrera, dejé mi oficina, mi corbata, mi escritorio, y me dediqué a estudiar actuación porque sentía la necesidad de actuar. En su momento llevé talleres muy cortos, y siempre sentía ese bichito de ser actor, pero nunca me había propuesto hacerlo de manera profesional, hasta que llegó el momento y me presenté al Conservatorio de Formación Actoral del Británico, pero mis horarios de administración se cruzaban con los horarios del Conservatorio y había que tomar una decisión, una decisión importante en mi vida porque yo ya tenía una hija, a mis 31 años no podía hacer una pisada en falso. Arriesgué y aposté por entrar de lleno a hacer algo que me llamaba más.
Estabas convencido de que era lo que querías.
Sentía que algo me llamaba, y hasta hoy me siento muy contento. Mi ritmo de vida vario drásticamente. Hoy en día percibo menos ingresos que cuando era hotelero, entonces descubrí que mi satisfacción personal no tenía precio y por ello me siento exitoso, aunque tengo algunas limitaciones en lo económico, porque hacer teatro…
Sobre todo en Perú…
Es una tarea ardua, difícil, pero no es imposible. Sin embargo, sigo en la lucha firme de hacer teatro, seguir actuando. Mi visión a futuro es ser un artista completo, poder dirigir, actuar, producir… escribir también, llevé un taller de dramaturgia con Alonso Alegría. Después de terminar el Conservatorio postule al taller de Roberto Ángeles, fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida, saqué de donde no tenía para poder llevar todo el taller de un año porque sabía de la calidad de maestro que es Roberto, al cual respeto, admiro y quiero. Merecía el esfuerzo. Fue por momentos doloroso ya que no tenía muchos ingresos y más bien debía cubrir otros que en ese momento eran mi prioridad (mi hija), pero después de todo aquí estoy. Fue crudo, pero aún así mantengo la sonrisa.
¿Cuánto tiempo era el Conservatorio?
Dos años. Si uno quiere dedicarse a la carrera actoral tiene que prepararse.
¿Qué te motiva a actuar?
Yo tengo una necesidad de gritar. Hace un par de años hice una obra llamada Neva. Una de las tantas capas que tiene esta obra tenía que ver con cuál es el rol del teatro en nuestra sociedad.
¿Cuál es el rol?
Tenemos una responsabilidad como agentes culturales, el teatro es el espejo de nosotros mismos. Cada obra nos debería generar una reflexión, una pregunta, y a partir de esa pregunta cada quien la sabrá responder a partir de sus propias experiencias.
Cuéntanos un poco más de tu formación actoral, del taller con Jorge Eines…
Estudiar con Jorge Eines fue muy liberador, fue como quitarme un candado de lo que yo había ido aprendiendo, que también me ha servido muchísimo. El viaje a Madrid ha sido sumamente enriquecedor, en todas las obras que hago siempre está presente lo que me ha dejado Jorge, el bagaje artístico, todo lo que he ido asumiendo de diferentes profesores. En Argentina llevé cursos de comedia del arte, de clown, máscaras balinesas, máscara neutra, con el profesor Marcelo Savignone, con la metodología de Lecoq. Es como un buen mix. Roberto Ángeles es mi maestro, es quien me formó teatralmente, le debo mucho cariño y respeto, actualmente estoy trabajando con él en una obra, Roberto Zucco, que se presenta en el Teatro Julieta todos los martes y miércoles a las ocho de la noche, hasta el 11 de diciembre. Es una obra de un dramaturgo francés, Bernard-Marie Koltès, que nos narra la historia de un asesino en serie llamado Roberto Zucco. Es una historia basada en un hecho de la vida real.
Hicieron una película inclusive.
Sí… Esta obra se estrenó en Francia en 1992, y tuvo mucho revuelo, las viudas de los policías que Zucco había matado hicieron un plantón en la puerta del teatro porque consideraban que era una apología a la violencia, pero era una lectura que estaba empañada por los crímenes que había cometido esta persona, Roberto Zucco. Bernard-Marie Koltès vio en una estación del metro un afiche anunciando que Roberto Zucco era buscado, y se enamoró –porque él era abiertamente homosexual- se enamora de este hombre que estaba buscado por el crimen de su padre, haber asesinado a su madre, a un policía, a un niño, era un hombre que no estaba en sus cabales, y él lo utiliza como vehículo para escribir esta obra, narrando la historia desde su perspectiva, porque él no investiga más a fondo, lo utiliza para plantearnos preguntas acerca de la muerte, la violencia de nuestra sociedad, las neurosis de nuestros padres, de nuestros primeros vínculos en la relación madre-hijo que pueden llegar a hacernos daño también.
Y estás asistiendo en la dirección a Roberto Ángeles en esta obra.
Sí, él me convocó y acepté encantado, lo he asistido dentro del proceso con el trabajo físico. El elenco está conformado por André Silva, que es Roberto Zucco, acompañado por cuatro actores: Alejandro Guzmán, Diego Salinas, Alonso Aguilar e Ítalo Maldonado. Marie Coltès tiene unas obras con textos larguísimos, y Roberto Ángeles me dice que a él a veces le gustan esas obras que duran cuatro o cinco horas, y otra gente no la aguantaría, se aburren, a él le encanta sentarse y darse este tiempo de poder mirar cómo pasa la vida y cómo vas compartiendo el sueño que te van transmitiendo los actores.
En esta obra, Roberto Zucco… ¿cómo ha sido la reacción del público?
Los comentarios han sido sumamente positivos. La mayoría ha quedado fascinada por el gran trabajo físico que se realiza. Hay una escena trágica, una muerte, pero está dentro del contexto de una comedia negra, y es loquísimo escuchar al público reírse, está pasando algo gravísimo y la gente se ríe.
Suele pasar en el teatro.
Es como si nos gustara apreciar la tragedia y burlarnos de ella, es extraño a veces.
En el otro polo quizá, o en diferente tono… estás actuando en un montaje, de teatro familiar.
Sí, estoy en Escuadrón juguete, en el Teatro El Olivar los sábados y domingos a las cuatro de la tarde hasta el 15 de diciembre. La dirigen Roxana Rodríguez y Carla Valdivia, ambas también son las dramaturgas. La obra presenta a Daniela y Mateo, que son dos niños que viven pegados a los videojuegos y al celular. Hay todo un mundo fantástico dentro de esta historia. Ellos tratan de ver qué regalos han escondido sus padres para darles en Navidad, porque además de estar enviciados con los juegos electrónicos, también tienen la idea de que la Navidad tiene que ser regalos y todo lo material, lo que vende la televisión, los periódicos, el mundo del consumismo. En la obra estos juguetes cobran vida -en mi caso mi personaje es El Soldado- y hacen que estos niños traten de recuperar su imaginación a través del juego, desconectándolos de estos aparatos y regresándolos al juego tradicional, que en mi momento tuve: he jugado a las escondidas, he jugado pelota en una pista, he tenido una vida mucho más rica que la que actualmente viven muchos niños, que están pegados al celular, a la tablet, y los madres y los padres los dejan así para que estén tranquilos, y se olvidaron de saltar, de jugar, del trompo, los yaxes, las escondidas, lingo… fútbol, vóley, ya no hay nada de eso. Esta obra se enfoca en esa reflexión, tanto para los niños y niñas como para los padres, y que tan conscientes somos de que en realidad no interesan tanto los regalos sino cómo la pasamos en comunión.
¿Es la primera vez que haces teatro familiar?
No, ya he hecho obras infantiles con Hipotálamo Teatro, en el mismo Olivar, en Microteatro también. Ya entiendo el código, las obras infantiles no pueden durar más de 45 minutos, porque el público infantil es el más difícil que hay, porque son los más honestos también, si algo les aburre se desconectan y se salen de la obra.
Pero a veces también es el más gratificante, ¿no?
Claro que sí, por eso buscamos que la dramaturgia sea 80 por ciento juego y 20 por ciento texto, porque al final el texto se vuelve un pretexto para jugar, pero al mismo tiempo para llevarte a una reflexión.
Quería decir que es más gratificante porque algunas veces he visto que los niños reaccionan con más corazón, con más ganas.
¡Sí!, son empeñosísimos, cuando en un momento construimos La Máquina del Tiempo en Escuadrón juguete les pedimos a los niños y niñas que nos acompañen con una dosis de energía, como unos chispazos de energía con las manos, y se levantan, se mueven, comienzan a gritar. Hay una consigna que tenemos: cuando un niño quiere preguntar algo, paramos la obra y lo escuchamos, porque eso es muy importante, “¡quiero contar un chiste!”, termina y todos ja, ja, ja, y continuamos con la obra.
¿Pasa muy seguido?
Claro, pasa muchísimo, los niños siempre quieren intervenir en la obra, siempre quieren dar un consejo, y es bonito escucharlos, porque eso te da a entender que están atentos a lo que estamos haciendo, y eso es lo más difícil.
Hablando de tu labor artística, de tus participaciones… te vimos en un pequeño papel en El día de mi suerte, la miniserie de Movistar.
Tuve la oportunidad de que me dieran un “bolo”, y estoy contento. Me he desarrollado en el teatro, pero también estaba en la búsqueda de hacer algo en televisión, que es un código completamente distinto al teatro, y que necesito aprenderlo. He estado muy ligado a hacer cortometrajes, básicamente con los chicos de la Universidad de Lima que me consideran bastante. Este nueve de diciembre empiezo un proyecto…
En televisión…
Sí, mi personaje se llama Pistolas, la telenovela se llama Princesas, va a emitirse por canal 4 (América Televisión) el próximo año. Es mi primera incursión con personaje en televisión. Es gratificante que las cosas se vayan dando, me permite sostenerme para poder seguir haciendo arte, que es bastante complicado.
Para terminar, volviendo al teatro, dijiste que el teatro es como un espejo.
Sí, por supuesto.
Para la sociedad, la humanidad…
Ir al teatro es como ir a mirarse al espejo. Tenemos que fomentar el consumo del arte. Todavía no hay mucha consciencia del teatro, hay más movimiento quizá en el cine, pero a nivel escénico todavía tenemos muchas carencias, hay mucha oferta pero aún no tenemos demanda, tenemos en cartelera 13, 14, 15 obras, o más, y todas están luchando con el mismo número de público. Sería bonito tener, como en otros países, Chile, Argentina, toda una estructura de trabajo con el arte. En Brasil, en la currícula estudiantil es obligatorio llevar arte, teatro y música. Es necesario que la gente apoye al arte para que nos siga permitiendo hacer proyectos, porque hacer un proyecto es un acto de fe en realidad, no sabes nunca qué es lo que va a pasar. Ensayamos con meses de anticipación, juntamos dinero de donde no hay para comprar vestuario y utilería, y a veces hay dos o tres personas en la sala, igual hacemos función con el mejor esmero. Si queremos continuar haciendo esto, con esos números, con esta respuesta de público, es difícil, pero aun así seguimos remando, seguimos haciendo teatro y seguimos luchando para que la gente asista al teatro, que es necesario.
¿Por qué es necesario?, ¿por qué es bueno que la gente vea teatro?
Porque siempre nos va a invitar a reflexionar. Es necesario que vayamos al teatro porque nos va a ayudar a transformarnos, a mirarnos a nosotros mismos, a examinarnos, a ser conscientes si lo que hacemos es consecuente con nuestra vida. Y también a divertirnos, porque no todo es drama, hay muy buenas comedias. Ir al teatro es como entrar a compartir un sueño, salir de este mundo caótico en el cual vivimos y que no para, es como poner stop a la vida, sentarte y entrar al sueño. Es como estar en comunión por un momento todos. Mientras me emocione, para mí ya es todo. Cuando salgo de una obra y me he matado de risa o me ha estrujado el corazón, agradezco, porque es rico.
Has sido administrador, chef, y ahora eres actor… ¿Cómo te ha cambiado el teatro?
Uuuf, un montón. Antes tenía un horario e ingreso fijos, ahora es más inestable, pero más gratificante. Me gusta la hotelería, pero el arte es mi vocación y, a los 38 años que tengo, no es tanto el valor material o económico que te puede dar una profesión, porque ahí llegamos a preguntar ¿qué es el éxito? Yo me siento ahora exitosísimo con este escaloncito que he podido alcanzar en mi vida. En un momento me dijeron “estás loco”, pero estoy disfrutando de esta locura, porque en su momento la pasé mal, me costó muchísimo sostenerme… y ahora estoy parado acá, no me he muerto (risas)… estoy contento.
Be First to Comment