“EL ESCENARIO ME ABRE UNA PUERTA DE COMUNICACIÓN CON LOS DEMÁS”

Urpi Gibbons, actriz, directora y profesora de teatro, conversó con nosotros. Ella personifica a Beatriz, la hija de un hacendado, en Patrón Leal, montaje del Centro Cultural de la PUCP que va hasta el nueve de diciembre. Descubramos un poco más de esta encantadora artista, quien, con una mezcla de delicadeza e intensidad, nos habla de esa parte de ella misma que se trasluce en el escenario, de sus ganas de volver a hacer cine, y de su reciente participación en la miniserie El día de mi suerte, en donde interpreta a la expareja del protagonista, un imitador de Héctor Lavoe en la Lima los años ochenta.

Urpi, qué tal, ¿puedes hablarnos de la nueva obra en la cual estás participando?

Patrón Leal es una adaptación de El rey Lear de Shakespeare, una adaptación de Alfonso Santistevan, ambientada en el Perú de los años 20. El rey ha pasado a ser un gamonal, un hacendado de nuestro Perú de antaño. La historia es básicamente la misma: él divide su patrimonio a sus tres hijas según el tamaño del amor que le profesen, ahí se dispara toda la historia.

Y tú encarnas a Beatriz, una de las hijas.

Es la hija mayor. Según la adaptación, las dos hijas mayores han tenido vidas de mucha educación, en contraste con las haciendas donde el patrón ejerce todo su poder y está en contacto con lo rural. Beatriz es la más alienada, viene de vivir en París, quiere ser europea prácticamente, desprecia mucho a lo autóctono, al Perú.

Es una villana.

Es un personaje antagónico, desde El rey Lear es un arquetipo de villana, las dos hermanas mayores. En esta adaptación influye mucho el factor de alienación, esta idea de que lo de afuera es lo mejor, que no hay en Shakespeare, porque está todo ambientado en Inglaterra. Entonces, la idea de que quieren lo de afuera, que los indios no les gustan, todo eso es bien importante, y es cruel… es villana (haciendo voz de mala).

No te imagino así…

No… este personaje me ha costado. Hay cosas duras que dice, que yo jamás diría, como: “Fuera, indio inmundo”, son cosas que por la educación que he recibido, por principios, no se me ocurriría decir, pero a veces hay que encarnar a esas personas para poder retratar el mundo en el que vivimos.

Está el tema de las clases sociales, del racismo, y está ambientado en el Perú de hace 100 años, pero subsisten algunos de esos temas aún.

Totalmente, por eso es que nos da muchas ganas hablar de eso, justamente en la obra se habla de los patrones de discriminación, de poder, y el día de hoy siguen existiendo, de pronto un poco más camuflados, pero siguen existiendo.

¿Tu personaje se parece a algún otro que hayas hecho antes?

No, en teatro jamás he hecho un personaje de villana, en televisión sí, una persona ambiciosa, en Mi Esperanza, que fue la última telenovela que hice. Esa villana era muy ambiciosa, y ahora esta, Beatriz, también se caracteriza por esas ganas de poder o de dinero.

Cada proceso es distinto, y dices que en este caso te ha costado.

Sí, porque digo cosas que van contra mis principios. El trabajo de un actor es buscar cosas que puedes tener en relación con el personaje. Envidia todos sentimos, como humanos que somos, de repente una ambición, no de mucho dinero, como el caso de Beatriz, pero de pronto una ambición de ser mejor, yo soy perfeccionista, por ejemplo. Es la chamba del actor, lo que yo enseño también, buscar qué cosa te conecta con el personaje, porque somos humanos y tenemos todo tipo de sentimientos. Esa es la base de la actuación.

Hablando de la actuación… tu carrera, que es una carrera consolidada… ¿es cierto que empezaste muy joven?

Estudié teatro en el colegio, pero después me concentré en la universidad. En ese momento solo había talleres de teatro, ahora enseño a tiempo completo en la Facultad de Artes Escénicas, ahí puedes ser licenciado o magister, pero en la época en la que empecé no había eso. Entré en Psicología y después se abrió la Facultad de Comunicaciones con especialidad en Artes Escénicas, y ahí me trasladé. Empecé joven en los talleres, en el 97. El primer taller largo que hice fue el de Roberto Ángeles. Fundamos un grupo, con Pietro Sibille, Jorge Castro, y postulamos, y ahí fue la primera vez que hice teatro profesional. Me llamó Roberto para hacer el cuarto nivel, que es como la graduación, y lo hice con Kamikaze! de César de María. Sí, ya llevo más de 20 años actuando, sobre todo en teatro.

¿Es cierto que desde niña querías ser actriz?

He vivido fascinada con el teatro, tuve la suerte de que mi mamá me llevó desde niña a ver películas y obras de teatro, desde muy niña he visto de todo, y eso me ha nutrido mucho, además mi tío abuelo fue un director de teatro muy reconocido, Ricardo Roca Rey.

Fundador de la Triple A.

Sí, exactamente, que ha dirigido y ha sido maestro de (Luis) Peirano. Mi familia materna ha estado siempre muy nutrida de teatro, y yo sabía que quería ser actriz, lo que no significa que haya sido muy histriónica de niña, era más bien tímida… todavía un poco.

Sí…

Cada vez me doy más cuenta de que los actores… por lo menos la mitad del grupo de actores, somos bien tímidos en algunos aspectos, pero es otra cosa trabajar en ficción, ¿no? Es un cliché eso de que un actor es alguien que despliega su histrionismo todo el tiempo, al contrario, como tienes el espacio de la ficción más bien quieres guardarte un poco.

Con Carlos Mesta en una escena de Patrón Leal (fotografía del CCPUCP)

En una entrevista Vanessa Saba me dijo que “hay algo entre la cámara y la gente muy tímida”, quizá es similar a la mitad actores que dices que son tímidos…

No sé si la mitad, pero son muchos de los que conozco, también hay los que son muy extrovertidos. Cuando es audiovisual, es como si enfocaras tu comunicación con la cámara, y cuando pisas el escenario y empieza otra realidad, creo que uno entra en ese mundo y te olvidas un poco de Urpi Gibbons, de quien seas, sin dejar de ser verdadero y de usar tus propias emociones; o sea, estás contigo mismo pero te abre una puerta, es como si se abriera una puerta de comunicación con todos los otros.

Y en el escenario, en el teatro, a veces las luces son muy fuertes… ¿ves al público?

Depende, la mayor parte de obras con la convención de la cuarta pared (la “cuarta pared” es la pared invisible imaginaria que está al frente del escenario de un teatro)… aunque cada vez hay más variedad… hay teatro testimonial, en donde sí ves al público… pero en la convención de la cuarta pared, desde el escenario no ves al público, y a veces las luces son tan fuertes que no tienes idea. Yo, por ejemplo, intento no hacer foco en el público cuando es una obra de ese tipo de convención. Obviamente cuando tienes que hablarle al público le hablas. La base de todo eso, independientemente de las luces, es esta convención. La convención teatral es lo que da origen al teatro, la idea de que no estás en esta realidad, sino, como siempre hablamos con Coco Chiarella: en esta realidad alternativa, diferente, y eso, tengas luces fuertes o no, veas al público o no, el juego es que estás en otro mundo, en otro ambiente, en otra situación, y eso ya te da como un permiso, para las personas tímidas o no, y esta cosa como ritual, es como esta puerta que te mete a otro mundo, y si sales vuelves a ser tú en tu mundo, en este mundo tan duro en el que vivimos.

Y es lo que más te gusta, hacer teatro.

Actuar, en general.

Has hecho cine también.

He hecho un poco, me encantaría hacer más cine, pero hay pocas posibilidades. El cine me fascina, yo quise estudiar cine, solo que acá no había, y quise ir a Cuba, a la Escuela de Los Baños, que es de la mejores. Cosas de la vida, cosas familiares, hicieron que me quede acá. El teatro es la base, es donde uno se nutre de todo, y hay que volver siempre a él, pero el cine me fascina. La televisión, que es un medio más masivo, tiene cosas interesantes, es muy poderosa. Acabo de terminar El día de mi suerte, la acabamos de estrenar, que es otro tipo de plataforma. Las plataformas pueden ser diversas, pero lo que importa es comunicar, actuar, entrar en personajes. También me gusta la dirección, he dirigido teatro, y soy profesora. Lo que me gusta es contar una historia, ponerme en una situación, en la piel de alguien, de otro.

Una vez dijiste que la actuación es una vía para comunicar tanto que llevas dentro.

Sí… tal vez, para mí, la única vía. También antes, de niña, escribía mucho.

Eras una niña muy sensible, leí que llorabas cuando veías televisión.

Sí, mi papá no dejaba que vea tanto… sí, de repente era demasiado débil.

O sensible.

O sensible.

Aún ahora lo eres.

Sí… Creo que para todos es difícil vivir en este mundo que es tan duro, ¿no?

Claro, a veces es duro.

Es duro, de por sí es duro. Tengo fe en la humanidad, pero es duro.

¿Tienes fe en la humanidad?

En algunos humanos, digamos. Sí, se sufre cuando a uno las cosas le afectan mucho.

Me imagino que lo utilizas, es la chamba del actor.

Bueno, sí, en algunas tendencias actorales decimos que el actor hace; o sea, en la onda stanislavskiana no es la emoción pura la que tienes que transmitir, sino estás contando una historia, acciones, actuar es hacer, y todo esto que enseñamos tanto. Evidentemente atraviesan emociones y evidentemente lo que queremos es comunicar. Sí, tal vez me cuesta comunicar todo lo que siento, lo que pasa por mí, lo que creo. El arte en general es la vía para mí.

¿Qué es lo que te gustaría comunicar que llevas dentro?

Qué difícil… He llevado cursos de dramaturgia y he escrito un poquito, de niña escribía mucho.

¿Qué escribías?

Cuentos, cosas mías… todavía escribo.

¿Los tienes guardados?

Sí. Creo que es necesario, llevar un cuaderno, algo, me parece fundamental. Lo que quiero decir es que la mayor parte de mi carrera ha sido contar historias aparentemente de otros, pero creo que como uno tiene adentro cosas que empatizan con los personajes, sobre todo con las buenas obras, con los buenos guiones, estás contando cosas que también son tuyas. Cuando tú me dices qué me falta comunicar, es difícil porque, por ejemplo, en Yerma, obra que acabo de hacer, yo sentía que comunicaba mucho de cosas que me pasaban por dentro, es una de esas obras en donde sientes que más bien es mucho más difícil diferenciarte, que la lees y podrían ser palabras tuyas, y me ha pasado eso con varias obras de teatro, con varios guiones… Pero cuando dices qué me falta comunicar, bueno, mucho, porque uno es un mundo, incluso puedes tener 20 años de carrera y no es que aparece todo lo que quieres comunicar. No sé qué tendría que escribir, dirigir o actuar para poder realmente sentir que puedes comunicarlo todo, no sé si algún día se pueda comunicar todo, creo que es imposible.

Pero, estás escribiendo.

Yo escribo siempre un poco, ahora no tengo tiempo porque trabajo mucho, soy profesora contratada a tiempo completo. He tenido la suerte de ser asistente de Alberto (Ísola), de mucha gente, primero como jefe de práctica y ahora soy profesora de la Facultad de Artes Escénicas en la Universidad Católica. Me encantaría tener tiempo para actuar más, poder decirle que sí a más cosas. También me gustaría dirigir o escribir, pero nada, la vida es corta.

¿Has escrito alguna obra?

De teatro no, solo obras chiquitas en los cursos de dramaturgia, pero no he escrito una obra de teatro entera.

No está en tus planes.

Me encantaría tener tiempo para hacerlo, pero nada, la vida come bastante.

Una vez citaste a Mariana De Althaus, una frase de su obra Todos los sueños del mundo, dijiste eso de que necesitas sacar a los monstruos que llevas dentro…

Me encanta Mariana, me encanta lo que escribe, y sí, me siento identificada cuando escribe estas cosas metateatrales, sobre lo que significa ser actor, sobre los riesgos que implica esta creación. Lo que pasa con el teatro, que pasa mucho acá en Patrón Leal, es que somos una tribu, una raza, eso decía Coco Chiarella, que nos olemos. Ahora que me fui a hacer la maestría de Estudios Teatrales a Barcelona un año… tú sientes que te conectas en cualquier parte del mundo con gente que está dedicada a esto, es como si fuera un país así. Y esto de la tribu se siente mucho en Patrón Leal, porque hay desde los 18 años hasta 74 de Peirano, todas las edades, 17 actores. Ayer fue Haydeé Cáceres a ver la obra, en Yerma también era como otra familia… y Haydeé Cáceres ha sido tantas veces mi mamá. Creo que, además de esa vía de comunicación que me da la actuación, también te hace sentirte parte de algún grupo soñador, digamos, como somos todos, y eso es bien bonito.

Mencionaste la serie de Lavoe, El día de mi suerte, y ahí tú eres la expareja del protagonista.

Sí, Elvira, la ex de Toño.

Es una especie de miniserie de Movistar.

Sí, es una miniserie de cuatro capítulos de una hora. Me encantó hacerla, fue un lujo ser parte de esa propuesta. El guion viene de Héctor Gálvez con Diego Vega, la dirigieron los hermanos Vega… Pinky Campos, Joanna Lombardi, el nivel de producción, de fotografía, de cuidado, ha sido muy bueno, y es una historia diferente, no es una historia complaciente, es una historia que no subestima al espectador. Mucha gente piensa que es la biografía de Héctor Lavoe, y no tiene nada que ver con eso, es cuando vino Lavoe a Lima, en 1986, a la Feria del Hogar, y la historia es de un imitador de Héctor Lavoe, que es Toño, Lucho Cáceres. Es la historia un poco de todos los peruanos o latinos, que siempre estamos intentando bailarle a la vida, pero con esta cosa de tristeza también, pensando que va a llegar el día de mi suerte literalmente, y siento que está muy bien reflejada en el guion, esta cosa latina de tener algo triste soñador, pero no dejar de bailar la salsa, siempre con el ritmo, y con la esperanza de que algo cambie. Me ha encantado ser parte de esta serie, una delicia.

Y en el cine hiciste…

En el cine he hecho muy poco. Hace muchos años hice un protagónico, Illary, una película de Nilo Pereira con un argumento muy bonito que era sobre dos hermanas divididas por la guerra interna, una termina vinculada a Sendero y otra a las Fuerzas Armadas. Pero de ahí no he tenido la suerte de hacer mucho, debe ser mi karma porque de verdad me encanta el cine. He hecho cosas pequeñitas. Colaboré en una cosa que me hizo el casting Beto Benites, Contactado, la próxima película de Marité Ugás y Mariana Rondón, de Sudaca Films, protagonizada por Baldomero Cáceres. Después he hecho una cosita chiquita también en una película en la que está Jesús Neyra hace poco, en el verano pasado, que es una comedia (Seductores irresistibles).

¿Ya la estrenaron?

No, todavía. Pero, lo que me gusta de las miniseries, como Sarita Colonia que era miniserie, que fue una experiencia linda y que sentí que se trabajó bastante como en cine… la miniserie te permite jugar más con el tiempo y hacer las escenas con más calma. Y esta miniserie (El día de mi suerte) también, siento que tiene un parentesco más con el cine que con la televisión, por la manera de grabar, por el tipo de cuidado de la fotografía, de la dirección de arte.

Es diferente a una serie de televisión, hay más cuidado en la forma.

Sí, todo tiene que ver con el tiempo también, cuando tienes más tiempo para hacer las cosas le puedes meter más revisión. Creo que la señal abierta puede tener esos contratiempos con el tiempo, lo que no significa que no sea también una producción interesante, porque se mete en tu casa, y las series largas también, son una manera cotidiana de vivir la ficción, que también es muy bonita, es como una compañía diaria.

Y en teatro, después de Patrón Leal, ¿te han llamado para ensayar algo?

Me han convocado para un par de cosas, pero, la verdad… justo tengo que responder… Yo he hecho Yerma, que me ha exprimido mucho, todo el semestre anterior, ha sido muy particular la experiencia, y he dado la vuelta de frente a Patrón Leal, además de chambear, hacer la miniserie, salía de la novela… en fin. Creo que voy a parar un poquito con el teatro, por lo menos quiero tener un verano (risas), es que hace dos años y medio que no tengo un verano; o sea, estás ensayando, haciendo muchas cosas, y siento que el mar es necesario.

Quizá puedas aprovechar para escribir tu obra propia, la que quieres hacer, ¿no?

¡Ah!, bueno, qué buena idea eso. Algún tiempo me tengo que dar para también hacer las cosas que uno tiene en el tintero, es cierto, sí, es buena idea (risas)… ojalá.

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Giancarlo Tejeda Written by:

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