Beatriz Quintana, actriz y gestora de Cocinando con Elisa, montaje que se viene presentando en La Histriónica de Barranco, conversó con nosotros. Conozcan un poco más de ella en esta interesante entrevista, en donde nos habla de sus motivaciones y de la importancia del teatro y del arte en general para la vida del ser humano.
Beatriz, cuéntanos un poco de Cocinando con Elisa, la obra que se acaba de estrenar.
Es un proyecto de larga data. A pedido mío, me lo dio uno de los directores más reconocidos del país, Mateo Chiarella, que ha sido mi maestro. Él me proporcionó la obra para que yo empiece a gestionar mis propios proyectos culturales al terminar mi carrera de actuación.
Es una obra argentina.
Sí, de Lucía Laragione. Apenas leí la obra me enganché un montón, por la temática, el tema de la violencia era algo que yo tenía pendiente. Me llamó la atención, y quería hacerla. Ha sido una obra difícil, titánica.
¿De qué trata la historia?
Cocinando con Elisa trata la historia de una señora que es la matrona de la cocina de una pareja de franceses, que estaban en el tiempo de la dictadura argentina de Videla, y esta matrona ha aprendido todos los detalles de la cocina francesa, para que los dueños de la casa estén satisfechos con la comida; entonces, llega a su cocina una aprendiz que se llama Elisa, que no sabe nada, es analfabeta, y llega con otro objetivo a ese lugar. En ese espacio de desarrollan una serie de eventos violentos y descarnados, vinculados a la cocina francesa. La cocina francesa es la metáfora de lo que es la violencia en un espacio tan noble como es la cocina, y que pueden ser los microespacios de violencia que podemos tener cada uno en nuestra vidas, ¿no?
Y tú eres Elisa.
Sí, y el proceso ha sido complicado porque… una de las cosas que me conectó con la obra fue los espacios de microviolencia que tenemos y que consentimos sin saber, y con los que crecemos muchas veces, y en los cuales nos desarrollamos y pensamos que es normal y empezamos a normalizar la violencia, desde nuestras casas, desde el colegio.
A propósito… hemos visto que siempre manifiestas tu consciencia cívica, y tiene que ver con la violencia estructural de nuestra nación.
Yo siempre estoy rebelándome contra esos aspectos de violencia, sobre todo me identifico con esos espacios de microviolencia, con esas violencias que no parece que son, pero son, y que están en todos lados de nuestra sociedad, y en la política está. Por ejemplo: a mí me afectó muchísimo –y no es que yo sea partidaria del Presidente- que un “representante del pueblo” le dijera “malnacido” a alguien, y que luego dijeran que fueron expresiones en medio del calor político. Eso es un espacio de microviolencia que no debería existir, y salen en la tele, hay titulares de eso, y eso está mal, y lo tenemos que decir. Pienso que esta obra tiene un poco de eso. Y también hay violencia en pro de la educación en los colegios. Yo, por ejemplo, también enseño, y siempre les digo a mis estudiantes que tienen que recobrar la infancia a través del juego, para eso me ha servido mucho el teatro, y en el juego es donde uno puede liberar esas cosas de violencia que tienen, se expresan realmente como es, y se puede liberar.
Un vez el psiquiatra Mariano Querol me dijo que la violencia siempre ha sido igual pero que ahora es más visible por el tema mediático, pero que es inherente al ser humano… y tú propones que una manera de canalizarla es a través del juego.
Sí. Yo enseño en la universidad, y he enseñado a niños y adolescentes, y siempre trato de que canalicen esa energía a través del juego.
¿Cuán importante crees que es el teatro para el ser humano en ese sentido?
Es sumamente importante. He llegado a comprender que el teatro no es solamente para un grupo de personas como los artistas, creo que todos deberían de llevar al menos un curso de teatro, todas las personas, desde el colegio, hasta grandes…
¿Y por qué?
Porque creo que el teatro extiende todas las áreas de tu vida: física, mental y emocional, te transforma, el teatro hace que tú vayas dentro de ti mismo y empieces a conocerte, a saber que tienes estas debilidades, a reírte de ellas, a aceptarlas, a abrazarlas, a convivir con eso, tus debilidades, tus errores, tus fallas, tu pasado, tus heridas. El teatro hace que tú puedas entenderlas y abrazarlas, que aprendas a convivir con ellas, que seas un ser humano integral.
Háblanos de tu trayectoria artística.
En realidad no tengo tanto tiempo en el arte. Empecé haciendo comerciales. Gino Robbiano, a quien recuerdo con mucho cariño, papá de Vanessa Robbiano, me ayudó, me dio una dirección y fui, y me empezaron a llamar para más comerciales. Siempre quise estudiar teatro, siempre me gustó la música, me encanta, y por lo menos sé cantar y tocar la guitarra un poco. Conocí a grandes maestros como Coco Chiarella, Mateo Chiarella, Alberto Ísola, Celeste Viale, gente que me ha acompañado en este camino y me ha ayudado muchísimo, trabajar con gente de ese calibre te enseña un montón de cosas. También hice cortos universitarios, y hace poco participé en la película Un mundo para Julius con el personaje de Flora, y yo estaba feliz, me gustaría seguir haciendo cine.
En una entrevista dijiste que eres una mujer que vive sin prisa pero también sin límites, y en otra ocasión te definiste como una mujer caórdica.
Sí (risas)… vi esa palabra y dije: esa soy yo… me desespera un poco el desorden y me desespera también un poco el orden, creo que no hay que vivir las cosas tan al extremo de perder los estribos, creo que uno puede vivir feliz haciendo un montón de cosas útiles, y cuando le dices a un joven que tiene que hacer cosas útiles y te dice: pero por qué no puedo hacer cosas inútiles. Lo caórdico va por ahí. Me gusta que una persona pueda habitar en su desorden, pero sin esos extremos en donde pierdas el sentido de la vida y de la razón y que no tengas ninguna razón para vivir, para hacer lo que haces. Pienso que uno tiene que tener razones para todo, y en estos tiempos hay una cultura de “hazlo porque… nada, pues, ¿no?”…
¿Cómo?
O sea, los jóvenes en la actualidad cuando les preguntas por qué hacen tal cosa, te dicen: porque me da la gana, y yo no coincido mucho con eso.
¿Crees que tiene que ver con lo superficial?
Sí.
Para terminar, ¿qué buscas en el arte?
Ahhh, la felicidad, totalmente. En medio de todo, hay algo que me encanta. Esta obra es enorme, enorme en su hechura, y también en su contenido. Ha sido muy difícil, y si alguien me pregunta si me arrepiento, no me arrepiento para nada, y lo volvería a hacer, con todas las dificultades, así no haya plata, así no tenga espacios, seguiría persiguiendo la idea de hacer esta obra, y otra obra, sin duda, por todo lo que ocasiona en mí, cómo terminas y llegas a ese punto, todo el camino que recorres para llegar al estreno, a toda la temporada. Yo no sé qué va a pasar en la próxima función, pero me preparo, y todo eso me llena de felicidad. Sí, es lo que yo quiero hacer, siempre.
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