“EL TEATRO ES UNA FORMA DE TENER A PERSONAS DELANTE DE PERSONAS ESCUCHÁNDOSE”

Daniela Lanzara, directora de teatro, nos habla de Las mujeres de los nazis, montaje que dirige y que muestra el horror del nazismo desde el punto de vista de las protagonistas femeninas, a través de tres historias. Disfruten esta conversación con esta joven mujer de teatro, en donde nos explica sus motivaciones y su visión del arte de las tablas.

 

Daniela, la obra que diriges, Las mujeres de los nazis, la están reponiendo, y en el mismo Centro Cultural…

En el mismo Centro Cultural del Olivar, que generosamente nos invitó a regresar.

¿A pedido del público o es un pedido interno?

Creo que es por las dos cosas, no puedo decir “a pedido del público”, porque no sé qué quiere el público. Pasaron varias cosas. La vez pasada nos dieron cinco semanas con dos funciones semanales, y nos sorprendimos, porque se llenaron las 10 funciones, y fue bonito, la gente dijo “¡yo no lo vi!”, “¡ya se pasó!”. Yo me quedé con… pucha, trabajamos tanto para 10 funciones, me quedé con ganas de hacer una temporada con más tiempo, que más personas puedan ver la obra, y la verdad que El Olivar también se sorprendió, porque no me habían visto dirigir nada, de hecho, era mi primera obra. Creo que todos quedaron contentos, y nos propusieron volver a hacerla. Si El Olivar no me lo proponía, seguramente yo igual iba a buscar la forma de volver a hacerla.

Cuando terminó la primera temporada, dijiste que la obra podía volver.

Siempre fue la idea, incluso cuando hablé con el autor y le dije “quiero hacer tu obra”, le dije: “En principio, vamos un mes, pero es posible que regresemos”.

El autor es…

Héctor Levy-Daniel.

Supe que descubriste el libro en…

Sí. Siempre que voy a una librería trató de der un poquito la sección teatral, y normalmente encuentras a Lorca, Shakespeare, lo de siempre, y de la nada veo un solo tomo que dice LAS MUJERES DE LOS NAZIS, y dije “¿qué es esto?”, y además era de un dramaturgo que yo no conocía. Me lo compré y dije “vamos a ver”. Yo había leído tantas cosas que no me provocaba tanto hacer, no porque fueran malas, sino porque yo no me encontraba en esos textos; y lo leí rapidísimo, me encantó, y dije “quiero hacer esto”, y era de un señor argentino, lo busqué en Facebook y le escribí, le dije “oye, me gustaría hacer eso”, y me dijo: “¿En Perú tienen mis obras?”; todos estábamos muy sorprendidos. En realidad fue perfecto, como que fue muy de suerte.

¿Qué fue lo que te capturó de la historia?, ¿qué te hizo querer hacer el montaje?

El lenguaje, por un lado, era muy cercano; el tema del nazismo a mí siempre me ha parecido fascinante.

Acerca del lenguaje cercano, ¿te refieres al lenguaje teatral?

Sí, eran conversaciones, pero dentro de un contexto interesante, tú lo lees y no es un gran regodeo, no es campo de concentración, no es una matanza y la sangre y las torturas… son conversaciones, de personas, pero están dentro de un contexto que es interesante, atractivo, histórico. Eso es lo que nos ha pasado, nos hemos encontrado con estos personajes, que están satanizados o contados de una forma, y de pronto te encuentras con un lado humano de esos personajes. Tú puedes saber de Magda (Goebbels) y decir: “Asu, esa mujer, qué terrorífica”, y de pronto la escuchas hablar y puedes tal vez entender ciertas cosas, lo que ella vivió, por qué tomó ciertas decisiones… Eso me pareció, era muy fácil de escuchar, era muy fácil de leer, pero te hablaba de cosas con las que uno se podía familiarizar; creo que eso es lo que me encanta, el enfoque; habla de mujeres -que nunca se habla de mujeres en el nazismo, siempre son los hombres- desde un lado de la responsabilidad, no como víctimas, no como al lado de los hombres, sino como que las mujeres son igual de protagonistas, y te muestra a seres humanos, no te muestra a los buenos y a los malos, al lado bonito y al lado feo, sino te muestra a seres humanos; y a todos los personajes podrías encontrarle algo bueno, algo cuestionable, algo que rechazas. Eso me encantó.

Dijiste que el tema del nazismo te interesa.

Sí. Desde que lo estudiaba en el colegio me encantaba y leía un montón, me parecía fascinante porque… creo que es una época tan tétrica que es imposible no querer saber más sobre ella, ¿no? Aparte, lo que me choca es… ¿cómo puede ser posible que haya pasado algo así?, ¿qué pasa con el ser humano que hace que veas a otro humano cómo alguien a quien puedes torturar, a quien puedes pisotear, a quien puedes alejar de su vida, quitarle sus cosas?; además, la forma en que mataban a la gente. Estudiar eso te hace conocerlo mejor, te hace ya no verlo como algo tan lejano, ¿no? Creo que es importante que estas cosas se sepan, se conozcan, porque, finalmente, esos seres humanos de Alemania, en ese momento, tal vez pudimos ser nosotros, ¿y qué hubiéramos hecho en ese momento?, ¿hubiéramos protestado?, no sé; y esas cosas a veces pasan todavía ahora.

En los colegios no se habla tanto de esto, ¿o sí?

En mi colegio sí lo hablaban, no sé si porque era un colegio suizo y teníamos que estudiarlo. Más allá de eso, lo que yo quisiera que se entienda con esta obra es que… no es que vengan a conocer al nazismo y esta historia; sí, bacán, vengan a conocerlo, pero, conocer sobre el nazismo y esta dictadura, también es conocer sobre cómo funcionaron otras dictaduras, de hecho, el argentino que escribió esta obra, Héctor Levy-Daniel, quería hablar, en el fondo, de la dictadura argentina de Videla; y nosotros también tenemos nuestra propia dictadura en nuestra historia, y creo que el odio, la discriminación, el miedo, la opresión, son temas universales, que pasaron en el nazismo, pero que pasan también acá, creo que ese es el verdadero trasfondo de todo.

Estaba hojeando la revista Folk, en donde te refieres a las minorías oprimidas por los nazis, asesinadas… y dices que toca una fibra muy sensible para ti…

Me parece un tema muy sensible porque los nazis es el tema más evidente, es la historia más conocida del odio hacia otras razas tal vez; pero los nazis etiquetaban a la gente, te ponían tu estrella de judío, homosexual, extranjero, desempleado, polaco, no sé… y eso pasa ahora, todo el tiempo. Con toda la onda de la xenofobia con los venezolanos; en Inglaterra con la separación de la Unión Europea. Todo el tiempo estamos frecuentando temas de odio, de etiquetar, “tú eres gay”, “tú eres homosexual”, “tú eres extranjero”, “tú abortaste”, “tú no eres católico”; todo el tiempo estamos haciendo esas categorizaciones, que creemos están lejanas del nazismo, y vemos que están acá. Ayer vi un video de una amiga, que un chico la atacó por ser gay; estamos con eso alrededor. Hablar del nazismo es más fácil, porque es algo lejano, pero somos humanos, y está aquí con nosotros todo el tiempo. Eso es lo que me sensibiliza, no puedo entender el odio a otro humano.

Es un tema bien complejo, y tiene que ver con el racismo, con la intolerancia…

Y el miedo a lo que no conoces.

A propósito de los venezolanos, vi un video de la filósofa española Adela Cortina, en donde explica el término que acuñó: “Aporofobia”, que ella define como miedo u odio a los pobres, y creo que lo decía en el contexto de la migración de africanos hacia Europa.

Creo que simplemente es tratar de encontrar a alguien a quien le puedas echar la culpa de todo. Si no estuvieran los venezolanos, seguramente otros tendrían la culpa. Somos una sociedad que necesita echarle la culpa a alguien de ciertas cosas, es lo mismo que pasó con los alemanes, le echaban la culpa a los judíos de sus negocios, etcétera. Creo que, en lugar de criticar al otro y de fijarte en el otro, hay tanta gente que tendría tanto que corregir de sí misma.

Más bien los venezolanos vienen con una mentalidad diferente y pueden aportar a nuestra cultura.

Por supuesto, creo que las cosas evolucionan, y nosotros también en algún momento necesitamos salir a estudiar fuera, a buscar trabajo fuera, a buscar oportunidades. Un país no es puro en su raza, y encima en este país, que somos todos mezclados, con más razón, la mezcla es parte de lo que somos, ¿por qué tanto miedo?, siento que la gente está muy asustada; creo que la gente tiene mucha frustración dentro, que necesita volcarla hacia el otro, y eso se traduce en miedo, a alguien que ves con el pelo azul, a alguien que ves con tatuajes, a alguien que ves con piercings, alguien que tiene un acento distinto al tuyo, alguien que se comporta distinto a ti, porque no sabes cómo manejar las cosas que no puedes conseguir por ti mismo, y necesitas volcar eso hacia el otro. Creo que la obra vuelve a traer estos temas; el nazismo lo hizo, pero nosotros lo hacemos también hoy, en las redes sociales nos estamos peleando y criticando todo el tiempo.

El nazismo uso a los judíos cono un chivo expiatorio, para obtener apoyo del pueblo alemán.

Divide y reinarás. Los nazis son los nacionalsocialistas, y parte de su proceso de crecer como país, para unir a la sociedad alemana, ellos necesitaban encontrar un enemigo común fuera de Alemania, y los judíos eran los candidatos ideales para eso.

Hitler era un caudillo, y acá se teme que, con todo el tema de la corrupción, aparezca un dictador que prometa que acabará con todos los políticos.

La gente le teme a las decisiones radicales que le quiten lo que tienen, pero de pronto los ves reaccionar de manera radical contra miles de cosas, como pasó con “chapa tu choro y déjalo paralítico”, la gente tiene mucha rabia, que de pronto se traduce en estas decisiones histéricas.

Lisette Gutiérrez, quien encarna a Magda Goebbels, junto a Iván Chávez, en una escena de Las mujeres de los nazis

¿Alguna vez te has sentido atacada o etiquetada?

No me ha pasado algo que me haya marcado de esa manera, pero, en la diferentes causas en que me siento involucrada, por ejemplo, yo soy animalista, antifujimorista… incluso en estas causas con las que me identifico, a veces ves a la gente reaccionando con tanta rabia, con tanta violencia, y a veces me sorprendo de lo fácil que es para la gente ser agresiva. Cuando leo comentarios agresivos, me genera mucho rechazo, me sensibiliza, me molesta, lo siento muy personal, me quita las ganas.

Las mujeres de los nazis ha sido repuesta porque te lo han propuesto, pero, ¿también porque algo de ti quería que vuelva?

Aparte de que es mi primer trabajo profesional de dirección, uno quiere explotar eso, ¿no?, sobre todo si fue una experiencia tan bonita. Tenía ganas de que más gente pudiera verla, de terminar de instalar esta pequeña temporada, que fue un trabajo que se hizo con mucho compromiso, y felizmente El Olivar nos lo propuso, lo cual nos evitó el tener que ir a tocar puertas.

¿Has escrito alguna obra?

Escribí en la universidad, en el curso de dramaturgia; mi proyecto, que escribí y dirigí, se llamaba La extrañísima muerte del chihuahua de la peluquera Gladys Cornejo, y era una comedia. Aunque no siento que escribir sea algo que sé hacer.

Esta es la primera obra que diriges.

Sí, antes hice asistencia de dirección, dirección adjunta.

¿Qué tal esta experiencia dirigiendo?

Ha sido bonito vivir en carne propia la dirección, porque he trabajado bastante en el teatro, pero nunca yo ”a cargo del barco”. Ha sido bonito poder lanzarme y ser yo la que toma las decisiones, ha sido un poco aterrador, pero también emocionante. Ha sido bien bonito tener ese feedback con la gente, que la gente vea tu chamba y vea cuáles son tus intereses, tener un vínculo bonito con un elenco, descubrir tus decisiones de arte, de iluminación, de escenografía, de vestuario, ir viendo cómo todo se va armando. Ha sido una experiencia muy agradable y satisfactoria.

Hablando del público, ¿crees que ha mejorado la asistencia del público peruano al teatro?

Es impredecible. Yo no esperaba que viniera gente a mi temporada pasada. A veces las obras tienen todas las de “romperla”, y de pronto la gente no va, y no porque el producto no sea bueno. Nunca se sabe. Ojalá que la gente siga yendo al teatro, a ver todo, no solamente lo que uno hace.

¿Por qué?

Porque creo que el teatro es una de las pocas artes que siguen vivas, que están ahí, que te hacen desconectarte un rato de tu teléfono, de tu casa, de tu vida, y te hacen sumergirte en otra cosa, y creo que es una forma muy directa de compartir, de hablarse, de tener a personas delante de personas escuchándose.

 

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Giancarlo Tejeda Written by:

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