“EL TEATRO ES UNA CATARSIS PARA MÍ”

 

Alejandra Guerra, actriz peruana formada en Estados Unidos y Europa, y que ha incursionado en el teatro, el cine y la televisión, conversó con nosotros. A ella la podemos ver en Vladimir, una de las tres obras de la Trilogía de Alfonso Santistevan, que se presenta en el CCPUCP.

 

Alejandra, estás en la obra Vladimir, en donde eres María Elena.

Yo soy María Elena, sólo se dice una vez, pero sí, se le dice además en el libreto “la mamá”, pero en un momento se dice “María Elena”, que es un nombre con el que ella no se identifica, es interesante.

¿Este montaje es una reposición?

Esta obra es una de las tres de la Trilogía de Alfonso Santistevan, que se hizo hace muchísimo tiempo, y es la primera vez que se vuelve a reponer después de décadas, así que es un proyecto muy especial, que reúne tres obras de Alfonso, durante los años ochenta y… me parece que es del 86 al 93.

Y en esta ocasión está ambientada en el año 94.

Claro, son los recuerdos de Vladimir. Él entra a este espacio y recuerda a su madre cuando ella tuvo que viajar a los Estados Unidos. Más o menos es eso, finales de los ochenta, inicios de los noventa, en el momento de la crisis económica que vivía este país.

Pero la obra transcurre en un día.

Lo que pasa es que la obra juega con los tiempos; entonces, él recuerda los momentos en los que la madre estaba, el día en el que la madre se va, y luego recuerda un momento ya que es posterior, con su amigo, que entran a la casa y él está solo ahí. También hay un personaje ficticio: “El Ché”, que aparece de pronto en el espacio. Hay una especie de cruces de tiempos y espacios en el lugar.

La obra toca un tema que has vivido.

Cuando leí la obra dije “¡no puede ser!”, porque además, yo soy mi mamá, ella ha sido militante de izquierda, ella se tuvo que ir a los Estados Unidos; o sea, la historia es como si yo fuera Vladimir y estuviera contándolo del otro lado. Yo viví esa época, nosotros nos tuvimos que ir a los Estados Unidos, y yo no estuve en el Perú desde el 89 hasta el 2006. Sí, para mí es demasiado identificable todo esto.

Alguna vez leí que dijiste que es bueno que los actores hagan terapia, para limpiarse la energía…

¡Ah!, hace tiempo, sí. Pero ahora, por ejemplo, ese tipo de cosas son como una catarsis para mí también, es una manera de contar, de servir una historia que para mí es importante, y además relevante ahorita volverla a revisar, de alguna manera adquiere una nueva relevancia, porque estamos en un momento que también habla de la falta de plata, de la migración, que son cosas que estamos sintiendo con los hermanos nuestros que están viniendo aquí, migrando.

Sí, y hay tantas opiniones al respecto, algunas muy chocantes.

Pero creo que es bueno hacerles recordar a muchos peruanos que nosotros también tuvimos que viajar, y tuvimos que migrar, y no teníamos dinero, así como ahora lo están haciendo a nuestro país.

Pero en la obra no hay un discurso a favor ni en contra de los migrantes venezolanos, ¿o sí?

No, pero sí creo que es una concientización de que no nos olvidemos de lo duro que lo hemos pasado, y que en una época también nosotros nos tuvimos que ir, y hay mucha gente que no lo sabe, las nuevas generaciones. También un poquito para hacerles visitar esa época de nuestra historia, ¿no?

Vladimir, que podría ser el protagonista… ¿te identificas con él?

¡Sí!, yo soy Vladimir, en realidad esa es mi generación, y mi mamá es como lo que estoy haciendo yo.

Es una historia un poco dramática, a pesar de que hay comedia por momentos, pero… ¿en tu caso también fue algo feo?

No tanto como en el caso de esta mujer que no tenía, literalmente, 20 soles; pero sí, claro, nosotros la pasamos muy mal, nos tuvimos que ir todos fuera, totalmente, sí me identifico muchísimo con el personaje de Vladimir, de todas maneras.

Con Miguel Dávalos, en una escena de Vladimir (fotografía del CCPUCP)

¿Vuelves al teatro después de mucho tiempo?

No, estoy en el teatro, lo que pasa es que, como estoy sacando la maestría, estoy siendo bien selectiva con las cosas que hago. Hice un unipersonal, El dolor, dirigida por Alberto Ísola; ahorita estoy empalmando, acabo de hacer La reunificación de las dos Coreas. No puedo hacer tanto teatro como hacía hasta hace unos años, porque tengo que terminar mi maestría y tengo mi taller de formación actoral también, estoy con un montón de cosas.

Cuéntanos del taller.

Con Denise Arregui hemos abierto este espacio de formación bien bonito que se llama Ciclorama, en el que estamos trabajando también con otras profesoras, un taller de formación de 10 meses, y aparte estamos ofreciendo talleres cortos para actores profesionales, de diferentes líneas: vinculado a la pedagogía de la línea de Lecoq, view points, y cosas interesantes.

Y también estás en la universidad, enseñando.

También estoy en la universidad enseñando, y también estoy sacando una maestría.

¿Y en el cine o la televisión?

Sí, acabo de estar en un rodaje, voy a hacer otro, pero voy a hacer papeles pequeños. Acabo de hacer, pero acá sí cortaron mucho, Caiga quien caiga, hice de Laura Bozzo, tres segundos, porque lo tuvieron que editar por censura de Laura…

¿Por censura de Laura?

Bueno, Laura dijo que había patentado su frase…

Funcionó entonces su queja.

No sé si lo editaron por eso, pero, en todo caso, ella dijo que no se podía decir su frase (“que pase el desgraciado”); entonces, no sé si ahí hubo una movida.

¿Qué comentarios del personaje?, ¿te han dicho algo?

No, porque aparezco 15 segundos en la pantalla; entonces, todo lo que se ha hecho no está. Nadie me ha dicho, pero yo asumo que ha habido una edición ahí por un tema de cuidado.

¿Qué tal esa experiencia?, porque es un personaje un poco fuerte.

Ah, divertida, a mí me divierte mucho hacer eso (risas).

Claro, no tenías que hacer, como en el teatro, un análisis profundo, ¿o sí?

No, porque en ese momento en la película estaba en el contexto de su programa, así que era una cosa bien así de juego. Y ahora estoy haciendo un par de comedias que van a salir en unos meses.

¿Qué te ha dejado Vladimir?

Para mí es regresar al pasado, habla sobre mis padres, hablar sobre toda una generación que creyó en algo que, al fin y al cabo, se cayó, y que hay que seguir creyendo, ¿no?, me parece que eso es importante, y ser conscientes también que es un dispositivo de memoria para gente que no vivió esa época.

 

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Giancarlo Tejeda Written by:

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