Eugenia Guevara, comediante, experiodista, chica desenfadada, divertida y sin pelos en la lengua, conversó con nosotros. Ella nos sorprendió hace algún tiempo cuando nos enteramos que estaba haciendo stand-up comedy, y ahora nos confiesa que dejó el periodismo “para ser feliz”, y que pararse en un escenario la cura y la libera de sus demonios. De eso, de su unipersonal Esquizogenia, y de muchas cosas más, nos habla en esta amena entrevista.
Eugenia… ¿o María Eugenia?
Mi mamá me puso María Eugenia, pero desde que perdí la virginidad le quité el “María”, es una hipocresía absoluta.
Muchos te conocemos porque eres periodista, has trabajado en televisión como reportera, en un par de canales.
Yo pasé por todititos, en el buen y mal sentido. No, no por todos, me faltaron América y N, y TV Perú. He estado en Global, en Latina, en Panamericana y en ATV.
¿Qué tal esa experiencia como periodista?, ¿la has dejado o está en stand by?
No, ya fue. Primero, por un tema de que no es fácil articular un trabajo de reportera con lo que yo hago, que es comedia. Es muy complicado, por horarios, básicamente, por logística. Tú sabes que el trabajo del periodista en campo es totalmente impredecible, y no puedes programar el resto de tu vida con seguridad, en cualquier momento pasa algo y tienes que dejarlo todo. También lo he dejado, ya definitivamente, por un tema de principios, porque mi trabajo bajo las sombras es como de relaciones públicas, y no es ético mezclarlo con el periodismo.
¿Trabajo bajo las sombras?
(Risas) Lo que pasa es que, además de comediante, tengo que ganarme la vida; entonces, estoy haciendo algunos trabajos de relaciones públicas, y ya eso no es compatible con el periodismo, de ninguna manera. Hay mucha gente que lo hace, pero a mí no me parece… Seguramente hacen mucho dinero, pero no me parece que yo quiera ser como ellos. Entonces, también por principios, ya no voy a estar del otro lado.
Bueno, es una decisión obviamente respetable, tiene que ver con la ética.
Tiene que ver también con el respeto a uno mismo. O sea… está paja tener dinero, ¿no?, pero también es más pajita dormir tranquilo en las noches, sin que te estén insultando. Igual te van a insultar, pero por lo menos que no te insulten con fundamentos.
A los reporteros siempre los insultan, eso es parte del trabajo.
Sí, ¡y lo peor de todo es que no es nuestra culpa! Nos insultan por culpa de nuestros jefes, eso es lo que sucede siempre: te insultan por culpa de tu jefe, o por el conductor de tu programa en la tele o por el director de tu medio.
Aparte, me imagino que también ves que el periodismo peruano no está en un momento muy bueno, ¿no?
El periodismo, antes, era una herramienta de poder. Yo he trabajado en Latina en la época de Baruch (Ivcher), y después de Baruch, y el cambio era importante, porque, para Baruch, el canal era una herramienta de poder; entonces, a él sí le interesaba tener periodísticos potentes, tener destapes, por las razones que fueran, razones bastante oscuras en algunos casos quizás. Y los medios, como herramienta de poder, han funcionado de esa manera durante muchos años. Pero luego, cuando Latina se convirtió en un fondo de inversión, lo que querían los dueños ya no era tener poder sino dinero. Entonces ahí es donde –y me imagino que eso está pasando en los demás medios- se prioriza el contenido que da rating y que, por lo tanto, da dinero, por encima de tener destapes y periodísticos potentes, ¿no?, programas políticos, y cosas que realmente sirven. Está bien que haya programas de entretenimiento, pero, si tu prioridad es tener dinero, no vas a invertir en buenos periodistas, no vas a invertir en investigadores. No se quiere invertir en periodismo, y, por lo tanto, el periodismo sufre; o sea, ya la gente que pensaba hacer una línea de carrera dice: “Acá este es mi techo, no voy a ir más allá, no me van a dar puestos más importantes, me voy”, o te quedas haciéndolo, pero ya no vas a crecer. Antes tenías un mentor, había mentores en los medios, escritos, radiales o en la tele, tú entrabas como chiquillo, y tenías a alguien que se preocupaba por prepararte, por enseñarte, que te decía todo lo que él sabía. Ahora ya no es común, los directores, los jefes de ahora no están “mentoreando” -si es que esa palabra existe- a los más chicos. Ahora en Recursos Humanos se dice “alta rotación de personal”, entran y se van rápido; entonces, no te preocupa formarlos, porque, así como vienen, se van.
Con ese panorama, va a estar peor el periodismo, según pase el tiempo, si siguen así, ¿no?
Tiene que pasar algo, ¿no?, tiene que haber un sacudón, una sacudida, algo tiene que pasar para que la cosa se reencamine. Igual, es un tiempo de crisis por el digital; lo digital es gratis, cualquiera puede tener un diario digital; eso no necesariamente garantiza su calidad, pero estamos viendo que hay medios digitales de mucha mayor calidad que los medios televisivos formales.
Claro, porque lo hacen con, como dicen, la mística verdadera del periodismo que debería tener, lo hacen con ganas.
De una inquietud genuina, ¿no?; o sea, yo sé algo, o he averiguado algo, lo voy a informar… yo voy a averiguar cosas que siento que la gente tiene que saber. Hay un trabajo mucho más periodístico que el que vemos en los medios tradicionales.
https://www.youtube.com/watch?v=kMy8W182dVc
¿Tú… lo último que hiciste en televisión fue Sin medias tintas?
No fue lo último, pero sí es lo más bonito, lo más grande, porque después de eso estuve un tiempito con Beto Ortiz, estuve un tiempito en Radioprogramas y estuve un tiempito en Panamericana, pero ya eran las del estribo, “le voy a dar una última oportunidad al periodismo”. Sin medias tintas fue un programa que vi nacer y vi morir, ha sido… es bonito, pero es triste y da nostalgia.
Estuviste en varios canales, varios programas, hasta que decidiste dejarlo por tu trabajo…
Sí, pero, no decidí dejarlo por eso… he decidido no volver por eso. Yo decidí dejarlo porque quería ser feliz, y yo ya no era feliz, ya no me daba ninguna satisfacción hacer ese trabajo. Me tuve que ir porque: ¿qué hago ahí?
Te chocaste con una pared, con la realidad de que, al final, el periodismo es un negocio acá.
En realidad, me di cuenta de que yo no iba a crecer más, que nadie tenía ganas de darme la oportunidad de crecer, y que yo no era capaz de crear esa oportunidad para mí misma, y que ya era suficiente, ¿no? Además, es un trabajo bien tenso, tú sabes que, todo el tiempo vives con culpa, todo el tiempo vives pensando “¿qué no hice?, ¿por qué me van a gritar hoy?”, no es un trabajo para cualquiera, llega a un punto en el que sabes que lo toleraste por tantos años, y no te recompensa, entonces ya fue.
Sentías que no crecías, que no ibas a crecer más; y ahora, ¿sientes que estás creciendo?
¡Claro!, ¡pero, claro! Yo creo que sí, estoy creciendo. Recién tengo dos años y un poquito haciendo comedia, y siento que estoy creciendo, y que he sostenido, desde las primeras presentaciones. Probablemente no soy famosa, probablemente no lo sea nunca, pero, cómo ha ido evolucionando mi comedia, y cómo es que yo he ido sintiéndome cada vez más segura, y cómo es que el público sale cada vez más contento de mis shows… Sí, hay un crecimiento ahí, y me encanta además.
La sensación que tienes en un escenario haciendo tu stand-up comedy, que es en vivo, te gusta la gente que se pone contenta, el aplauso… tiene que ver con el ego también, ¿no?, con la vanidad.
Pff… todo, tiene todo que ver con el ego y con la vanidad, ¡claro!, tienes que ser una persona con mucha necesidad de atención para que quieras que tu vida sea pararte frente a, qué sé yo, 20, o 50, o 200 desconocidos, a contarles de tu vida, y que se rían de ti y te aplaudan. Si lo piensas, es un poco esquizoide el asunto. Pero qué rico, se siente buenazo, y es todo ego, y quien te diga que no hay ego ahí, te miente, porque es ego totalmente.
Esquizoide… Esquizogenia justo es el nombre que tiene el espectáculo que vas a presentar, ¿no?
Sí pero “Esquizogenia” es una chapa que me pusieron hace años, porque la gente me cataloga fácilmente de inestable, pero…
¿Y por qué?
(Risas) No, no, por nada, son mentiras, todo es una difamación (risas) Pero, yo creo que es… la suma de mis imperfecciones. Es lindo hacer este show porque, yo siento que mientras el mundo te siga exigiendo y te siga obligando a ti mismo a exigirte ser perfecto, el poder liberar todas las cosas que están mal en ti, y además abrazar tus fracasos, para poder dejarlos ir, aceptarte realmente como un perdedor… Si es que tu estándar es lo que la vida dice que debería ser, ¡todos somos unos perdedores! Probablemente el único no perdedor fue Michael Jackson (risas), o las grandes estrellas. Siempre crees que deberías estar haciendo más, y que deberías ser mejor de lo que eres, y eso está bueno, porque avanzas, pero también está bien aceptar tus defectos, aceptarlos, abrazarlos, quererlos, saberte así. Y eso es Esquizogenia, son mis imperfecciones entregadas para que, con un poquito de suerte, la gente sepa que también está bien cagarla, ¿no?
No necesariamente los que hacen stand-up comedy tienen que hablar de sí mismos, ¿no?
No necesariamente, pero es el punto de partida. Generalmente todos empezamos hablando de nosotros mismos. En realidad siempre hablas de ti mismo; por ejemplo, no te cuento mi vida, pero te cuento las cosas que me molestan. Louis C.K., que es un comediante gringo que a mí me gusta mucho, empieza uno de sus últimos unipersonales diciendo: “Esto es lo que yo pienso del aborto”, y hace 20 minutos de chistes acerca del aborto; no está hablando de sí mismo, pero está hablando de su punto de vista. Todos terminamos hablando desde nosotros, de cualquier cosa. Tiene que ser algo que te importe, que esté dentro de ti, porque si no probablemente se note que no te importa mucho y que lo estás haciendo solo por la risa, y el stand-up comedy también es una forma de liberar, no es terapia, pero es una forma de liberar tus demonios.
Comparando, ahora estás en un escenario, y antes salías en pantalla, porque salías mucho en televisión, y hablaste de la necesidad de atención, ¿desde cuándo tienes esa necesidad?
Cuando yo era chiquita –yo no me acuerdo, eso me cuenta mi mamá- a mí me gustaba mucho cocinar, pero eso es totalmente irrelevante… Había reuniones familiares, y en determinado momento, yo, de tres o cuatro años, hacía que todos se sienten, y me paraba frente a ellos a contarles cómo se prepara una tortilla, y hacía mis clases de cocina; era una mojona, mugrosa, y obligaba a toda mi familia a que me escuche durante 10 o 20 minutos, explicarles cómo se freía un huevo; o sea, lo he tenido desde que nací. “¿Qué quieres ser cuando seas grande?”… no sé, escuchada (risas), el centro de atención, eso sí, toda mi vida.
¿Y alguna vez te han dicho que vayas al psicólogo o algo así?
Yo he estado en un tratamiento psiquiátrico bastante tiempo, eso es parte también de Esquizogenia, mi gran imperfección es un trastorno de ansiedad.
Aparte de la atención que logras en tu espectáculo, ¿qué más sientes que te ha dado hacer stand-up comedy?, algo que te haya sorprendido o no te hayas esperado de esta faceta tuya, o de todo lo que implica hacer stand-up comedy.
Bueno, a mí me curó, no en términos médicos digamos, pero fue una gran etapa de liberación al principio, sentirme satisfecha conmigo misma, sentir que esto que me gusta hacer lo estoy haciendo relativamente bien. Mi trabajo, mi relación, eran cosas que no me hacían feliz, y las hacía porque tenía que hacerlas; estaba en mi relación porque tenía que estar en esa relación, con todo lo caca que era, sentía que tenía que hacerlo, que no podía salir de ahí. Entonces, en el momento en el que me paro en un escenario por primera vez y hago un chiste, dos chistes, tres chistes, y nadie se ríe, y de pronto tiro uno que funciona, y la gente se ríe, sentí como una gran revelación en ese momento, dije “esto me hace feliz, estoy parada exactamente donde quiero estar parada y estoy haciendo exactamente lo que quiero estar haciendo”, y suena raro, pero yo no sabía que eso era posible, en ese momento yo no sabía que tú podías hacer algo que te haga feliz; es bien triste, ¿no?, pero yo sentí que era eso. No tienes que esperar a ser viejo para hacer las cosas que te hacen feliz, puedes empezar a hacerlas apenas te das cuenta de que las cosas te hacen feliz.
¿Y nunca sentiste eso en el periodismo?
No, probablemente al principio, pero más que feliz me sentía reconocida, me sentía importante; me gustaba decir: “¡Claro, mi amigo Aldo Mariátegui!”, “¡ay, sí, mi amiga Mónica Delta!”, me encantaba eso, pero no era genuino. Mis papás se sentían orgullosos de mí porque yo salía en la tele, y a veces tenía buenas investigaciones y destapaba cosas pajas, a veces, no siempre. Mi familia se sentía orgullosa de mí, y yo me sentía orgullosa de mí misma, pero feliz, no.
De niña siempre querías atención.
Siempre he sido una chica que quiere llamar la atención.
En tus shows también te burlas del periodismo.
Un poquito. No me burlo del periodismo, porque el periodismo es una cosa importante y buena y es una profesión hermosa, que además le hace mucho bien a mucha gente. Yo me burlo de las taras que tenemos los periodistas, de cómo es que estamos formados para hacer exactamente lo contrario de lo que deberíamos estar haciendo. Si hay un incendio, tú no te corres del incendio, tú corres al incendio, como periodista, y está bien, porque eso es lo que tienes que hacer. Pero hay otras cosas, como, por ejemplo, preguntarle al herido cuánto le duele, o preguntarle a la viuda si está triste, o preguntarle al violador si se arrepiente. A la gente le jode esas vainas, cuando la gente lo ve en la tele, o en las redes, o donde sea, dice: “Este periodista es un imbécil”, o “son buitres”… Y sí, pero, hay otra cosa ahí detrás. El periodista no lo hace por vacilón, el periodista lo hace porque tu jefe te dice “¿por qué no le metiste el micro a la viuda?”, “él sí lo hizo y tiene a la tía llorando”, como si eso fuera realmente importante. Sí, me burlo un poco de las cosas que hacemos mal los periodistas, algunos periodistas, hay otros que son bastante buenos, que no han caído en eso, pero yo sí he caído en eso, miserablemente.
Tú has estudiado periodismo.
Sí, estudié periodismo. No terminé, no soy ni siquiera egresada. Estudié en la Católica, pero estaba en medio de la carrera, y odio estudiar; entonces, en esa época Cecilia Valenzuela tenía un programa que se llamaba La ventana indiscreta, que estaba como “dando la hora”, y un amigo de un amigo de un amigo me dijo “oye, están buscando practicantes, con Cecilia Valenzuela, llámala”, y yo, que era una conchuda, agarré el teléfono: “Hola, Cecilia, mira, estoy buscando prácticas”, y me dijo “ah, bueno, vente”, y me puso a desgrabar cintas de los reporteros, y ahí me quedé casi dos años. Yo no podía organizar mi tiempo con el estudio, y además sentía que en la universidad no estaba aprendiendo, ya llega un punto en el periodismo en que tienes que hacerlo en la calle, en el salón ya no aprendes gran cosa.
Hablando un poco de tus shows, has hecho Tóxica, y…
Como unipersonales he hecho estos dos: Tóxica y Esquizogenia. Este es un Esquizogenia un poco recargado y mejor que el primero, porque fue el primer unipersonal que hice. También he estado en un montón de shows con otros comediantes.
Volviendo a la televisión, ¿es cierto que quisiste entrar en un reality?
Dios santo, sí… sí, es verdad.
Tú eres muy bromista, a lo mejor lo estabas diciendo en broma.
Era medio en serio y medio en broma; pero sí, claro. Yo tengo un montón de gustos culposos, y me encantan los realities, me encantan; o sea, “¡ah, sí, Esto es guerra es caca!”, ya, sí, es caca, pero me gusta, me gusta verlos, me gusta la onda. Y el que más me gustaba en esa época, era justamente uno que estaba en Latina que se llamaba Bienvenida la tarde, ¡me encantaba!, porque era una wachiturrada pero espantosa, y me encanta a mí eso. Y sí, yo en algún momento fui a molestar a la productora de ese programa, porque quería entrar ahí, y además ya me había imaginado cuál iba a ser mi personaje y qué iba a hacer, ¡todo! Pero claro, era totalmente incompatible con el periodismo.
Sí intentaste…
O sea, no fue tan seriamente, que dije “oye, hazme el casting”, no llegó a esas instancias, pero sí me estuve regalando ahí para ver si alguien decía “oye, hay que traer a la gordita”.
¿Te han llamado de nuevo para la televisión, para algún medio?
No. Hace unos seis meses un par de ofertas para volver a ser reportera en un par de programas, pero no es que me estén correteando para volver, no, nada que ver.
Tú estás enfocada en la comedia.
Sí.
¿Te has preparado?, ¿has estudiado actuación en un taller o te has mandado así nomás?
No, he hecho varios talleres. Primero el taller con Walter Chullo, que es el primer taller que hacemos todos, salvo algunas excepciones, el 90% de comediantes en Lima han pasado por él. Después he hecho talleres con Luis Melgar, que es un tremendo comediante; he hecho un taller con Ricardo Mendoza, que es otro tremendo comediante, y tuve la suerte de estar en un workshop de una comediante mexicana que estuvo en Lima el año pasado, que se llama Gloria Rodríguez, que es la madre de todas las comediantes, es un animal de buena. Siempre estás buscando nuevas herramientas: un cursito de clown, un cursito de improvisación.
Quizá por ahí, no sé, fantaseando un poco, te llaman para volver a la televisión, ya no como periodista sino para hacer comedia.
¡Ah, no!, pero es que eso sería un sueño, claro, ¿ir a la tele a hacer comedia? Sería un sueño. Ahora… no va a ocurrir, porque, si es que en algún momento alguien quiere hacer un programa de comedia en el Perú, van a llamar a Carlos Alcántara, ¿manyas?, porque la tele es endogámica, llaman a los que ya conocen. Se han hecho un par de intentos; estuvieron Guille Castañeda y Carlos Palma, en un programa que no me acuerdo cómo se llama, que era bien tarde en la noche, y no sé bien qué pasó, pero no se quedaron mucho tiempo ahí, los desembarcaron, y no se ha vuelto a intentar nada de eso; bueno, está este show de Katia Palma, pero no sé de qué va… a ellos sí se les puede dar, a los “chicos tondero”.
Me vas a dejar en visto? A mí?
Posted by Esquizogenia on Friday, May 4, 2018
En este show que vas a hacer, Esquizogenia, hablas de ti… ¿estás preparando algo siguiente ya no centrado en ti?
Siempre estoy escribiendo, sobre todo, sobre todo lo que ocurre. En Esquizogenia voy a hablar de mí, pero también voy a hablar del feminismo, un poquito de política, un poquito de periodismo, de los fracasos laborales, no solamente los míos. Es mi punto de vista sobre un montón de cosas, y claro, también, un poquito de mi historia.
Vas a seguir hablando de periodismo todavía.
Un poquito, ¿no?
Quizá del tema de la corrupción, que todo el mundo se ha sorprendido… de la corrupción en el Poder Judicial.
¿No te parece superhipócrita que todo el mundo esté sorprendido?
Eso es justamente lo que pensaba.
Sí, o sea… “¡Oh, mira, hay corrupción en el Poder Judicial!, ¡no lo puedo creer!”… Ay, por favor.
Incluso algunos periodistas hicieron el hashtag #YoNoHeIdo, de una reunión que hubo con el fiscal Chávarry…
¡Ay, sí!, a mí me parece súper chistoso, porque, todos los wachiturrientos, incluyéndome a mí, estábamos “ay, yo no he ido”, haciéndonos los dignos… ¡fuera oye!, ¿a ti quién chucha te va a invitar?, ¡ahí fueron los más grandes! Yo también puse mi #YoNoHeIdo, para rajar con fundamento también tengo que rajar de mí misma. ¡Todos ahí haciéndonos los dignos!, ¿qué poder tiene Eugenia Guevara?, ¿quién es esa huevona?, ahí fueron los de verdad pues, ¿no?, además los directores.
El poder no sé si tengas, pero al menos tienes la satisfacción de estar haciendo lo que te hace feliz, como dices.
Sí, es un sueño todos los días, es alucinante. Es verdad que ya no gano dinero (risas), pero… Fue súper random cómo llegué a la comedia…
¿Cómo fue?
Estaba deprimida, sentada en un sardinel, al frente del canal, fumándome un cigarro. Me crucé con un amigo que es improvisador, conversamos un rato y le dije “oye, estoy aburrida, ¿qué debería hacer?”, y me dice “no sé, mira, te voy a pasar el teléfono de un pata que hace unos talleres bien pajas”, y yo me fui, así como las señoras que se meten a hacer su taller de cerámica o de pintura o de hacer cajitas; dije, sí, como pasar el tiempo voy a ir a ese taller, y fui a ese taller y… me cambió la vida; pero, así podría haber ido a un curso de sembrar frejolitos.
¿Fue el de Walter Chullo?
Justamente, el de Walter Chullo.
Y paralelamente estabas trabajando.
Sí, las últimas semanas. Yo me metí al taller de Walter y debo haber trabajado una o dos semanas más.
Como dicen, todo pasa para algo; la curiosidad fue lo que te llevó entonces.
Sí… y qué bueno que pasó, estaría ahorita yo… no, mejor no pienso.
Bueno, entonces… Quería redondear con una frase bacán…, siempre hay que cerrar una entrevista con una frase bacán…
(Risas)
Será motivo para verte y disfrutar de tu show… Entonces, ¿está en stand by el periodismo?
No, ya fue el periodismo, ya fue, ¿qué voy a hacer en el periodismo?, además ya estoy vieja, ¿ya qué más voy a hacer en el periodismo?; productora no voy a ser, porque soy desorganizada, no tengo ese skill, no podría ser productora. ¿Qué voy a hacer?, ¿conductora?, ¿ya con mis arrugas?, ¿quién me va a poner a conducir a mí?, ahora las que conducen son ricas, y encima, ahora hay venezolanas, espérate que empiecen las venezolanas, que son unos monumentos, y muchas de ellas seguramente vendrán y tendrán skills periodísticos. Ya ese mercado ya se acabó para mí, ya no tiene nada qué ofrecerme tampoco. Hemos terminado, en buenos términos.
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