Rossana Díaz Costa, directora de Viaje a Tombuctú, película peruana ambientada en los turbulentos años ochenta, viene preparando su segundo largometraje:Un mundo para Julius, basado en la novela de Alfredo Bryce Echenique. Cinéfila y melómana; docente, cineasta y narradora; Rossana tiene muy claro lo que hay que hacer para mejorar el nivel del cine nacional, y lo expone en esta entrevista.
Rossana, estás preparando tu segunda película…
Sí, Un mundo para Julius. Es un proyecto costoso y complicado, pero saldrá adelante, se tiene que completar el financiamiento, si todo sale bien, el rodaje será a finales de este año, para estrenar en el 2019.
¿Quiénes protagonizarán la película?
Magaly Solier será Vilma, el argentino Leonardo Sbaraglia (Relatos salvajes) será Juan Lucas y Fiorella de Ferrari será Susan. Julius y su hermanita están seleccionados, pero espero que no crezcan mucho antes del rodaje.
¿Ya tienes algo del financiamiento?
Tengo asegurada la postproducción, con dinero del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) de Argentina, y también la distribución, con New Century Films, distribuidora de Warner, y con eso se asegura una buena exhibición al menos en 100 salas.
Al menos para una semana en cartelera…
¡No, más!…. Cuando estrenas en tantas salas te aseguras una distribución importante.
Es que a las películas peruanas las exhiben una semana y, si les va bien, siguen más tiempo.
Claro, pero la película se lanzaría con un distribuidor que va a hacer la publicidad correcta. El problema de las películas es que la gente no se entera que se han estrenado. Todo depende del dinero. Si distribuyes en plan muy chiquitito, porque no hay dinero, la gente no se entera y no va a ver tu película. Es un tema de publicidad. Cuando el estreno es más grande, el distribuidor invierte en publicidad que luego va a recuperar en taquilla, y la película se mantiene más tiempo; además, una película de este tipo sí se podría mantener más de una semana. El distribuidor calcula que se podría llegar a 500 mil espectadores.
Claro…
Tengo eso asegurado, pero falta dinero para el rodaje, necesito auspiciadores, más inversionistas privados, para julio ya debería tener todo. Las empresas o personas que quieran invertir serán retribuidas con publicidad, funciones de avant-première, participación según el porcentaje de lo invertido, créditos de productor, y aparición en la película, entre otros beneficios.
Tienes la experiencia de tu primera película.
Eso sirve bastante. El noventa por ciento del equipo técnico de la primera película va a entrar a la segunda: el mismo director de fotografía, el mismo sonidista, el mismo editor, el mismo coproductor, algunos de producción, los chicos que salieron en la primera ya han acabado Comunicaciones y entrarían para estar detrás de cámaras…
Chicos que actuaron en tu primera película…
Sí, lo que pasa es que en mi primera película los actores jóvenes y niños no eran profesionales, salvo el caso de Andrea Patriau, la protagonista; muchos de estos chicos eran mis alumnos de la universidad, y son como mi familia. Igual va a entrar gente nueva, sobre todo para dirección de arte y producción. El haber hecho una primera película te da un conocimiento de todo el proceso, pero esta película es mucho más cara, se necesita más inversión privada.
Dijiste que este tipo de película sí puede ser vista por más gente, ¿a qué te referías?
Es que esta película puede ser vista por un niño de la edad de Julius, de ocho o nueve años, y lo que no comprende ese niño, es lo que no comprende Julius. Basta que hagas una película “apta para todos”, y vas a tener mucho más público que una película para mayores de 18, y la mayoría de películas peruanas son para mayores de 18. Además, es una novela conocida y querida, mucha gente tendrá curiosidad por ver en el cine la novela que leyó, esto me asegura un público.
Tu primera película, Viaje a Tombuctú, ¿era para mayores de 18 años?
Era para mayores de 14, pero podían entrar niños con sus padres. Esta debería ser apta para todos, salvo que alguien insista en que sea para mayores de 14, es que debería haber para mayores de 12, pero no existe eso en Perú. Es una película que puede tener un público grande, dentro de lo que puede ser una película personal.
Una imagen del teaser de Un mundo para Julius
Además de cineasta eres escritora, y siempre tienes historias que quieres contar… ¿por qué elegiste esta vez una historia ajena?
No es tan ajena, es una historia con la que me he identificado durante muchísimos años… no me identifico con Julius exactamente, porque mi familia no es rica ni aristocrática, pero, por circunstancias de la vida, yo he sido una chica de clase media que estuvo becada en un colegio de clase alta, y también he visto cómo vive la clase muy baja; entonces, comprendí el mundo de Julius, a pesar de que yo no era de ese mundo. Hay un personaje que se llama Cano, el amiguito pobre de Julius, y siempre me identifiqué con ese chiquito cuando leía la novela. Hace años, antes de escribir el guion de Viaje a Tombuctú, en la escuela de cine en la que estudié en España, había un ejercicio: tenías que llegar al tratamiento, que es la etapa previa al guion, de una adaptación de una novela, y pensé en Un mundo para Julius. Hice una primera versión de guion, y ahí quedó, y ahora lo he retomado. Es una novela que he tenido muy interiorizada. Es una historia de pérdida de inocencia, igual que mi primera película, que no tiene nada que ver con el cosmos de la novela.Un mundo para Julius, de una manera u otra, explica nuestro presente, nuestra realidad injusta, llena de desigualdades y discriminaciones, que nos ha llevado y nos lleva a tanta violencia.
Sí.
¿Por qué?
Porque es lo que me preocupa realmente. Yo respeto todas las películas que se hacen en el país, pero, si vas a hacer una película, con todo el esfuerzo que requiere hacerla, bueno, aporta un granito de arena para que al menos alguien se quede pensando en lo que pasa en este país, o en lo que pasó y en sus consecuencias. Siempre me ha preocupado la desigualdad en el país, desde chica, es un tema que me ha perseguido, hay cosas que no comprendo de este país, y seguiré sin comprender hasta el día en que me muera. Siempre les digo a mis alumnos: “Si van a hacer una película que no tenga un discurso, una visión del mundo, algo que les preocupe de manera personal, entonces mejor no la hagan”.
Bueno…
Porque puede haber una comedia que también tenga un discurso y una visión del mundo. No estoy diciendo que todas las películas tienen que ser serias, puede haber películas para entretener. Con esta película, en teoría, la gente se puede entretener, pero también te deja pensando en qué país estamos viviendo.
Hay de todo, hay gente que hace películas solamente para divertir y no les interesa dar un mensaje…
Es que una cosa es un discurso y otra cosa es un mensaje; no hablo del “mensaje moral” y esas cosas. El hecho es aportar al menos con una reflexión acerca del país en el que vives, desde tu punto de vista. En esta adaptación de Un mundo para Julius hay una venida al presente, no todo se desarrolla en esa época (años cincuenta), para que quede claro que no hemos cambiado absolutamente nada. No quiero que vean la película y digan: “Ah bueno, así era el Perú”… ¡no!, ¡así es el Perú!
La novela trata el tema del racismo…
Claro, ¡están todos los males del Perú!, la desigualdad, la discriminación, el racismo, el machismo, todas nuestras taras como sociedad están presentes en la novela.
El racismo que no hemos superado…
Y no lo vamos a superar hasta dentro de bastantes décadas. Incluso en las películas hay discriminación, machismo, misoginia, todo con una sutileza de repente, pero está, porque lo tenemos interiorizado.
Alguna vez dijiste que tu propuesta es hacer algo intermedio entre el “cine comercial” y el “cine de festivales”…
Sí. La idea es hacer una película que cualquier persona pueda disfrutar, no que tengas que ser el superintelectual y que haya cinco personas en la sala, porque creo que a nadie que hace una película le gusta ver una sala de cine vacía, le gusta ver una sala llena, y que esa película pueda ir fuera y representar al Perú en festivales. Viaje a Tombuctú estuvo en festivales, la fueron a ver acá 35 mil personas, y fue muy vista en colegios, universidades… cumplió, siendo una película “de nicho”. La idea es que esta película lleve a más gente, pero a los millones de espectadores que llevan las comedias o las de terror.
Viaje a Tombuctú ganó varios premios.
Sí, Mejor largometraje de ficción, y Premio del Público. Hasta ahora me llaman de colegios en donde la han pasado, para que hable de la película, ha tenido fines pedagógicos que no esperaba. La película conecta con chibolos y sirve para empezar a hablar de lo que pasó en los años ochenta.
Y estuvo varias semanas en cartelera en el 2014.
Estuvo un mes en cartelera, y sin distribuidor. Ha quedado como un ejemplo de cómo mantenerte en cartelera sin distribuidor. Hay todo un mito sobre las películas peruanas. No es que saquen a las películas (de las salas de cine) por ser peruanas, no, se pueden mantener en cartelera si es que hay un público que llene la sala; al dueño del cine solamente le interesa que llenes la sala…
Si es que no hay mucha competencia con los llamados blockbusters…
Yo estrené en mayo, que es el momento de los más grandesblockbusters, cuando se estrenó Maléfica con Angelina Jolie, de Disney, que lleva a hordas de personas al cine; estaba Godzilla, Cómo entrenar a tu dragón 2, era alucinante. Mi película tenía un público un poco más adulto, de repente por eso se mantuvo un mes en cartelera. pero fue una chamba de no dormir un mes entero.
Mucha chamba con prensa también.
Número uno: tienes que conseguirte un agente de prensa. Aparte, movimos mucho las redes, y como la gente joven fue a verla y les gustó, empezaron a compartir en las redes. Hicimos un montón de grafitis por las calles, y eso llevó a gente al cine. Yo misma repartíflyers en la entrada del concierto de The Cure un año antes.
¿Es una película autobiográfica?
Más que autobiográfica, es una película personal. Me han pasado cosas parecidas a las de la película, y a gente que conozco también, es una mezcla de ficción y realidad, con emociones conocidas por mí: la pérdida, la migración, las tristezas y las alegrías. Yo crecí en San Miguel, y el guion originalmente era para hacerlo ahí, pero la familia de mi mamá es de La Punta, y yo iba ahí mucho, y cuando regresé de España luego de 12 años, me encontré con una Lima que no tenía nada que ver con la Lima que dejé, y el único lugar no tocado por la locura de los edificios era La Punta, que además aportó la relación con el mar, así que cambié el guion, y así quedó.
Y la música sirvió para enganchar con quienes vivieron la época y con los jóvenes que no la han vivido, pero les gusta el rock de los ochentas.
Es que sigue de moda, todos los chicos conocen la música de esa época.
Magaly Solier interpreta a Vilma en la nueva película de Rossana Díaz Costa
Tu primera película es del género coming of age…
Es un coming of age, y esta también. Es una película de aprendizaje, de crecimiento de un niño o adolescente, de pérdida de inocencia, acá ese género no existe.
Es un drama también.
Claro, en inglés sería: drama/coming of age, pero acá la van a poner como drama, lamentablemente.
Pero, al ser una adaptación de una novela conocida, tener distribuidor, y con tu experiencia como realizadora, se augura que le irá mejor que a tu primera producción.
La primera película se hizo con poco dinero, con múltiples dificultades, y aguantó. Los chicos que trabajaron en Viaje a Tombuctú me ayudaron en las salas, regalando cosas que tenían que ver con la película, con flyers, hubo auspiciadores, como pelotas Viniball, y eso ayuda a que la gente se entere de la película. El peruano queda en ir al cine a las ocho con su amigo o la enamorada, y se ponen en la boletería “a ver qué hay”, les das el flyer y se quedan mirando: “¿Qué película es esta?”, “es una película de los años ochenta”, “¡ah!, ¡vamos a verla!”… así de fácil es convencer a la gente (risas).
Con merchandising…
Teníamos miles de pelotas, la casa de mi mamá se llenó, no teníamos dónde meterlas, y los chicos iban a los cines a regalarlas. Hacíamos sorteos por Facebook. Todo eso es marketing, y no te queda otra, así es como funciona el cine americano, nuestra gran competencia. En el envase de la canchita de Cineplanet estaba el logo de Viaje a Tombuctú, y me preguntan cómo hice para conseguir eso: pues vas y hablas con el dueño de Cineplanet. Es cuestión de moverse.
Algunos ven a los dueños de las salas como a los cucos.
A veces la gente tilda de cucos y malos a los gerentes de los cines, pero la orden que ellos tienen es llenar la sala, ¿por qué van a tener una película que no llena la sala? Lamentablemente, no hay una ley que proteja al cine peruano, y si no hay ley, el empresario puede hacer lo que le da la gana con las películas.
¿Crees que se va a concretar la Ley del Cine?
Bueno, ahorita el Congreso está en otras cosas. Tenemos que esperar la aprobación de la ley. Demora mucho. Todo lo que sea cultura, con este Congreso terrorífico, va a ser siempre “¡no!”, pero Petrozzi (presidente de la Comisión de Cultura del Congreso) es el más cercano a la cultura, porque es cantante de ópera, y es el único que podría acercar este proyecto de ley al Congreso.
¿Cómo ves al cine peruano actual?, ¿crees que hay un boom luego de algunas películas peruanas taquilleras?
Unboom, para empezar, sería que haya una escuela de cine donde los chicos puedan estudiar gratis, como en otros países civilizados. Acá lo que hay es más películas. El“fenómeno Asu mare”vino de la mano del fenómeno tecnológico. Ahora cualquier chico puede hacer una película hasta con un teléfono celular, con un IPhone, si te consigues un equipo de sonido mínimo. Cuando yo tenía veintitantos años no había cómo hacer un corto, era supercomplicado, no teníamos cámaras, conseguir esas camarotas que registraban horrible, las VHS, HI8; ahora todo es precioso, una imagen maravillosa. Ese avance tecnológico ha permitido que pueda haber más prospectos de cineastas, se ha democratizado el cine, pero lo que está faltando es el tema de formación. Cualquier cinematografía que ha conseguido un nivel es donde han surgido escuelas de cine públicas, es la única manera en que esto va a salir adelante.
¿Se te ha ocurrido crear una escuela de cine?
Tengo un piloto de escuela de cine en Cusco, hace dos años me llamaron para coordinar unos talleres de cine y para dar clases, con el dinero del Ministerio de Cultura de Cusco. 57 mil problemas en el camino, ya sabes lo que es trabajar con el Estado. Hicieron seis cortos, con sus problemas de sonido, falta colorizarlos, pero están contando sus historias. Si eso se replicara a nivel de una escuela, con semestres enteros, podrían salir un montón de cineastas, y que cada cual cuente su mundo; yo no voy a contar una historia que se desarrolle en Cusco igual que un cusqueño, lo va a contar mejor él; la gente debe contar lo que conoce. Lamentablemente, tenemos a un grupito chiquitito de cineastas, tratando a veces de contar historias que no les corresponde, por su clase social, ni por su experiencia, y a veces la gente no se siente identificada, y eso pasa cuando solamente un grupo reducido de personas hace películas.
La idea de hacer una escuela en Lima, algo grande…
Eso está pendiente, porque además del Ministerio de Cultura, está el Ministerio de Educación, puede ser que salga en 10 años, está pendiente, igual que la Cinemateca Nacional…
Tu formación en cine ha sido en España…
Sí, pero antes de irme hice cosas acá. Estudié Literatura en la Católica, y me colaba en la Universidad de Lima a hacer todos los cursos de cine. Hice cortos con mis amigos, con Guarango hice mi primer trabajo serio: un pequeño documental, ya con técnicos profesionales. A partir de ahí, busqué la manera de irme, y gané una beca de literatura, pero me fui con el deseo oculto de estudiar cine en España, y fue lo que hice apenas pude, en escuelas públicas, no pagué una peseta.
Tú haces cine, enseñas, y también haces literatura…
Escribo, pero no tengo tiempo de armar un nuevo libro, con todo el tiempo que se va en hacer una película, es complicado, tengo más de 200 alumnos en la universidad, de eso vivo, soy profesora, cuando puedo desarrollo mi película, y cuando puedo, escribo literatura.
Y has podido escribir un libro.
He podido publicar un libro (Los olvidados [no los de Buñuel, los míos]). Siempre escribo cuentos, pero los tengo por ahí, tirados, no he tenido tiempo de seleccionar y armar otro libro, porque escribir un largometraje es como escribir una novela, ahí se van las energías, y ahí no acaba la cosa, hay que buscar financiamiento, coproducciones, contratos, todo.
¿Te dan ganas de volver a publicar un libro?
La literatura es un remanso de paz, a comparación del cine. Me encanta el cine, soy cinéfila, me encanta la idea del rodaje, pero la etapa previa, buscar el dinero, es horrorosa; no tengo alma de productora, y no me queda otra que ser productora ejecutiva si quiero llegar al otro proceso. La literatura es algo que hago en soledad, no tengo que lidiar con un montón de gente, con la que al final hay discusiones.
Eso demuestra que te gusta mucho el cine, por todo el esfuerzo que conlleva…
Y soy profesora más de cine que de literatura.
Y vas a dar un taller…
Sí, de apreciación de cine. Hay mucha gente que puede enseñar literatura, pero no cine. Decidí enseñar guion de largometraje, en vez de narrativa, porque se necesita más.
¿Admiras a algún director?
A muchísimos, tendría que decir uno de cada país. Truffaut me inspiró a tratar de ver cómo se hacía una película, me encantan sus películas, me enternecen, me tocan profundamente. Wim Wenders también es un director que me ha tocado mucho. A Woody Allen le tengo mucho cariño porque a mis papás les gusta mucho, lo he visto desde chica cuando no entendía nada, hasta que lo empecé a entender. El cine italiano… Fellini me tocó mucho, vi toda su obra. Una película que me tocó mucho fue Novecento, de Bertolucci, la vi de muy chiquita, y dije: “Esto es una cosa alucinante, ¿cómo han hecho esta película?”.
En la contratapa de tu libro estás con Woody Allen.
Estoy con Woody Allen, no es Photoshop (risas). Lo conocí en España, cuando ganó el premio Principe de Asturias, en el 2002, si no me equivoco, y yo cubrí como prensa, lo busqué luego para entrevistarlo, me firmó mi guion de Manhattan, me tomé foto y todo.
Y en la fotografía te pareces a Annie Hall…
Con los lentes (risas)… Y la gente que me ha visto dice: “Se parece a tu papá”, por los mismos lentes.
Con Woody Allen, en España, en el 2002
Además del cine y la literatura, ¿qué más te gusta hacer?
Me gusta mucho escuchar música, soy melómana, me gusta escuchar música en general, no solamente rock, que es lo que más me gusta. Veo películas constantemente, cuando no me alcanza el tiempo veo incluso en las mañanas, pongo el despertador, veo una película, y de ahí me pongo a hacer mis cosas, es una locura profunda; y me gusta compartir con la gente, yo vivo con mi pareja que tiene su hijita, y estoy tratando de traerle películas a ella, para que conozca de cine.
Para ti el cine tiene que tener un discurso…
Es el cine que me ha gustado siempre. Todos estos directores que te mencioné, son personas que tenían un discurso, una visión del mundo que está detrás de sus películas, me están contando algo más que la historia, me ayuda a reflexionar en ciertos temas. Es el cine que me gusta, y la literatura que me gusta leer también va por ahí.
¿Ves todos los géneros de cine?
No me gusta el terror, porque no puedo dormir. Me gusta ver una película de terror que sea más psicológica, pero no que sea sangre, descuartizados, descabezados, no puedo ver eso, me da asco, no puedo con la violencia extrema.
A veces uno tiene una película que le gusta sobre todas…
¿La película que salvaría del apocalipsis final?: Los cuatrocientos golpes, de FrancoisTruffaut, es una de las películas preferidas de toda mi vida, le tengo mucho cariño, la uso con mis clases, se la doy a la gente para que la vea (risas).
¿Qué te gusta de esa película?
Me conmovió mucho cuando la vi, la primera vez, muy chibola, y a partir de ahí vi todo de Truffaut, leí acerca de él, estaba enamorada del director, me gustaba él, sus películas, todo. Hay películas que te tocan a profundidad, y la películano es perfecta, tiene errores, pero eso es lo que me gusta justamente, la naturalidad que tiene que hasta con los errores y todo, es una película que te conmueve profundamente, y es muy importante para entender la historia del cine, es una bisagra.
Cuando estudiabas cine en España, en una clase en la que leíste una historia inspirada en tus abuelos, lloraste…
Sí, me gusta escribir acerca de mis emociones, de lo que conozco. También hago eso con mis alumnos, los hago sacar lo que tienen adentro, si no todo se queda en la superficie. Este es un país en el cual todo se queda en la superficie, al peruano no le gusta verse a sí mismo, siempre está tratando de ser una persona que no es, de aparentar lo que no es, en el cine muchas veces se ve un Perú que no es. Eso es bien interesante de analizar, el peruano está acostumbrado a no verse en el cine como es realmente, son muy pocas películas en las cuales uno ve realmente el Perú tal como es, sea la clase social o el mundo social que esté contando. A veces los chicos, cuando empiezan a escribir, quieren contar acerca de mundos en los que no han vivido o no conocen, porque les parece atractivo y creen que eso podría ser interesante y taquillero; pero, realmente, ¿qué es lo que ellos conocen?, ¿por qué no quieren hablar de lo que si conocen, lo que les duele, lo que han sufrido, lo que les ha conmovido?, ¿por qué no hablan acerca de eso?, en sus propias familias, en su barrio, en su entorno, ahí están las historias, de eso es que tienes que escribir.
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