El theremin es un instrumento musical poco conocido en nuestro país, y Veronik es su principal ejecutora y difusora. Después de haber irrumpido en la escena rockera local con Valium, de haber iniciado una carrera solista y haber participado en diversos proyectos artísticos, ella nos presenta su segundo álbum en solitario: Anómala, obra instrospectiva con la que promete llevarnos a paisajes sonoros intensos y melancólicos.
Veronik, ¿qué es Anómala?
Anómala es un álbum de siete temas, prácticamente instrumental, y es el primer disco que tiene como protagonista al theremin, el instrumento que toco y por el cual mucha gente me conoce. Soy cantautora, toqué en varias bandas de rock, pero desde el 2008 me dedico a tocar este increíble instrumento electrónico, con el cual he participado en muchas grabaciones y colaboraciones con todo tipo de artistas y estilos musicales. Hace unos años se me ocurrió hacer un disco con este instrumento, mi segundo disco como solista; el primero, del 2011, se llama Veronik y los Gatos Eléctricos, y es un disco de rock. Anómala es un disco de canciones sin letras, temas instrumentales en formato canción, con varios sonidos distintos, y todo el tiempo tiene como primera voz al theremin. No busca encajar en algún estilo o género, por más que el formato en vivo es con una banda de rock. Es un disco de autor.
¿Nunca se ha hecho algo así?
En el Perú, no, porque no hay más thereministas, y no hay muchos discos de theremin en el mundo. Hay artistas que practican estilos muy diferentes con el instrumento, desde música clásica, académica, hasta música electrónica o experimental, pero en el rock no se suele encontrar al theremin como instrumento protagónico, y aquí en la escena es un instrumento prácticamente inexistente. Si preguntas por theremin aquí en Lima, seguramente te van a hablar de mí, porque todavía no está difundido. Anómala es un disco de autor porque es muy personal, independiente, no busco amarrarme a un género, me gusta jugar con varias cosas.
Y ya lanzaste el single con el mismo nombre…
Lo lancé el año pasado en redes. Es un tema instrumental que tiene que ver con referentes de música de películas, spaghetti western. Me han dicho que tiene un aire a Ennio Morricone, quien me gusta mucho.
Este álbum, no estaría encasillado en el rock…
Es rock, en realidad, porque tiene bajo, batería, teclado; puede encajar en la psicodelia, progresivo, experimental. No busco encajar en un género. Compongo cosas diferentes, y me gusta amarrar todas las ideas, hacer un disco con ellas y ponerle un título, es como hacer una muestra de arte.
¿Intentas que cada canción sea diferente?
Los temas aparecen solos, y cuando me agradan y me enamoro de ellos, y es algo recíproco, les doy vida, y empieza una nueva historia. No tengo planeado cómo debe sonar al inicio, las composiciones llegan y me dicen a dónde ir.
Y la inspiración, ¿viene en algún momento especial?
Compongo mejor de noche, pero la inspiración llega cuando emocionalmente estoy más sensible, cuando tengo más cosas en qué pensar, más preguntas qué plantearme, y ahí tengo propensión a crear cosas más interesantes, por lo sincera. Cuando compongo me importa la sinceridad, la autenticidad, porque si no siento que es mío, que lo vivo al 100%, no me gusta seguir en eso, no me va a gustar tocarlo, no me va a llenar y me va a dejar a medias. La autenticidad y la sinceridad son mis primeros filtros para poder terminar un tema o una propuesta.
No te interesa la superficialidad.
La superficialidad no es una virtud. Lo superficial puede ser el barniz, el empaque, pero aun así, cuando uno hace un disco, el arte, la presentación, forman parte de una propuesta artística. Lo que no me gusta es no sentirlo, si no lo siento, no lo continúo, no me meto, es el todo o nada. Si no siento lo que estoy haciendo, no lo voy a disfrutar, no lo voy a tocar bien, por más que le guste a alguien, no me agrada.
Este disco, ¿tiene un tono especial, quizá en las letras?
Solo hay un tema con letra, que es el que cierra. Es un disco introspectivo, reflexivo, intenso, que termina con una nota positiva: la canción que tiene unas cinco líneas de letra. Es una búsqueda, una especie de florecimiento, y termina con una canción, porque no abandono al género canción. Es instrumental en su 90%, pero no pretendo hacer música instrumental, nunca me lo planteé, simplemente salió porque ya tenía un tiempo trabajando con el theremin, y ya se merecía un disco, y justo pensaba hacer otro disco solista. Mucha gente no se acordaba de mí por Valium o por Veronik y los Gatos Eléctricos, sino como Veronik la thereminista, la que toca este instrumento raro, y sentí que era el momento de hacer el disco, así nació Anómala.
¿Y por qué “Anómala”?
Es una especie de alter ego, de personaje que surge con esta voz artificial que es del instrumento que toco y que me reemplaza. El nombre tiene que ver con el hecho de que soy como una outsider, que toco un instrumento que es considerado extraño, que nunca se sabe con qué hacerlo encajar. He tocado con grupos y artistas de todo tipo, desde música académica, improvisación libre, rock psicodélico, progresivo, música electrónica, para danzas, videos, performance. Más que ser un bicho raro, el theremin me ha servido para ser versátil como artista. Anómala es algo extraño, inclasificable, que se sale de la norma, y está bien salirse de la norma en un país en donde no hay una industria musical sostenida en la que uno tenga que depender de etiquetas. No me interesan las etiquetas, no las necesito por ahora, y el día en que las necesite, de repente me animo a hacer un disco de metal, música electrónica o pop, pero ahorita me parece perfecto hacer un disco que se llame así. No considero que mi música sea complicada, no creo tener la capacidad para hacer música complicada, más bien yo soy lo suficientemente complicada como para descomplicarme haciendo música, la música me sirve para hacer un poco de terapia.
Terapia…
Mi máxima terapia en este disco es el tema Adiós laberinto, que es la cosa más minimal que puede haber: un ukelele y la voz del theremin cantando, es una canción muy dulce.
Oscar Wilde dijo que, desde el punto de vista de la forma, el modelo de todas las artes es el del músico…
Es forma y es tiempo. Cuando yo era niña y tenía la edad de mi hijo, yo dibujaba, y para mí todo estaba en 2D, y en dos dimensiones todo está clarísimo; en realidad, está clarísimo en apariencia, porque me imaginaba de todo en la cabeza. Lo mismo me pasa cuando hago música: está en mi cabeza, y luego recién aparece sonando. La música es un arte que depende del tiempo, porque se desarrolla en tiempo real. Es como cualquier arte, tiene su complejidad. No creo que ninguna disciplina sea más fácil, todas tienen su truco.
Pero la música, por sí misma, sin palabras, transmite emociones, y la canción Anómala me suena melancólica, y hay otra que te sirvió como terapia…
El disco en general es muy melancólico, muy introspectivo, es un universo personal proyectado como paisajes sonoros, se viste con muchas texturas, pero en el fondo no es tan complicado. Es un viaje emocional, entonces, sí hay bastante melancolía durante casi todo el disco, pero termino sobre una nota que yo me imagino como positiva, como luminosa, que es el tema que cierra, que se llama Primavera, una canción con una canción dentro de ella.
Como un sueño dentro de un sueño.
Sí, realmente sí, es eso, y es un tema con acordes mayores, todo muy claro, luminoso, es como una puerta abierta. El resto del disco es como una búsqueda introspectiva, que se sumerge en aguas un poco turbias, intensas. Hay un tema que se llama Tormenta, que es el más fuerte e intenso de todo el disco, y luego van apareciendo más cosas, sensaciones, para acabar en esta canción que te digo.
Dijiste que la canción que cierra el disco, Primavera, es una puerta abierta…
Sí, porque sale del formato instrumental y busca abrirse hacia otra cosa, hacia lo siguiente.
¿Sientes que has abierto alguna puerta de tu vida?
Probablemente sí, porque es mi primer disco como thereminista, que es algo que necesitaba hacer. Creo que es necesario para encontrarme a mí misma como artista, y es una especie de espejo también. Luego de esto se abre una nueva etapa, porque el disco ya camina solo, es como un bebé: una vez que lanzas una canción o un disco y lo presentas al mundo, da sus primeros pasos y tú sigues tu vida, hay que tocarlo y todo pero ya estás pensando en lo siguiente.
Hace unos años dijiste que ibas a fusionar imágenes sonoras con tus inicios de rock…
Sí, eso es Anómala. Lo compuse en un invierno. Compuse muchos temas instrumentales para theremin porque tenía que viajar a Chile, me habían invitado al Segundo Festival Internacional de Theremin Electromagnética. Tenía varios años como thereminista y me di cuenta de que no tenía material propio, no tenia nada escrito para el instrumento, entonces empecé a componer para el festival, y me quedé con los temas que más me gustaban.
Tienes años utilizando al theremin en tu música, ¿qué lo diferencia de los instrumentos convencionales?
Varias cosas, lo primero es que no es un instrumento convencional, por cómo funciona. Es un instrumento electrónico que forma parte de la familia de los sintetizadores, pero es como primo hermano de los sintes, porque tiene más que ver con el electromagnetismo, como la radio. Se toca sin contacto físico, trabajas con antenas. Al margen de que no sea un instrumento acústico, es un instrumento que, por la manera de ejecutarlo, es extraño, llama la atención de la gente. Pero también es una voz artificial, se parece mucho a la voz humana, se parece por ratos a un violín, a las cuerdas frotadas. Mi primer trabajo con el theremin como solista fue en marzo del 2016, cuando toqué con la Orquesta Sinfónica Juvenil, estrenando una obra para theremin y orquesta escrita por Alberto Cárdenas, un amigo compositor, quien la hizo especialmente para mí. Yo ya había trabajado como arreglista, porque usualmente me llaman para participar en grabaciones y componer arreglos o tocar un solo por ahí, pero no como solista. Componer para el theremin requiere saber ciertos alcances técnicos, la tesitura, el rango.
¿Cómo descubriste al theremin?
Había oído hablar del él, pero no me sabían explicar en qué consistía. Reconocía su sonido, y me habían dicho que se tocaba sin tocarlo, y no entendía. Un día vi el documental: Theremin, an electronic odyssey, en donde hablan de la vida de Leon Theremin, creador del instrumento, y se ve a la máxima virtuosa del theremin, Clara Rockmore, tocando El Cisne de Saint-Saëns, una escena que a mí me marcó mucho, y dije: este instrumento es para mí, yo quiero uno. Fue un flechazo.
Una vez dijiste que lo habias oído en una canción de los Beach Boys…
Lo que los Beach Boys usaron en Good vibrations fue un tannerin, que es un dispositivo parecido que tiene un teclado táctil; o sea, puedes ver las notas. En el theremin no se pueden ver la notas, las tienes que tocar de oído y con digitación aérea.
Pero la música para el theremin se puede escribir en una partitura…
La música se escribe en partitura para cualquier instrumento tonal. En un instrumento sin altura determinada no se escriben la notas, pero sí las figuras. La música siempre se puede escribir.
Quizá una de las cosas que alejan al theremin de la gente es que no es muy amigable.
No es muy amigable para empezar. En realidad, tampoco hay mucha labor de difusión masiva, la gente lo ve como un aparato extraño, como una máquina de efectos, y en realidad se trata de un instrumento melódico muy serio, que tiene un tesitura amplísima, por lo menos seis octavas, que es bastante.
https://www.youtube.com/watch?v=E-FoO0ysY3o&t=1s
¿Cuál fue el primer instrumento que aprendiste a tocar?
Empecé de niña tocando la flauta, y a los 18 empecé con la guitarra.
Y luego formaste tu banda…
Formé Valium en el 99, mi primera banda. Tocamos y tocamos, sacamos un disco en el 2007, y nos separamos en el 2008, y ahí empecé a producir mi primer disco como solista.
Una vez dijiste que te habías hartado de Valium.
Sí, es normal, a veces hay que cerrar cíclos, y cuesta tomar esas decisiones, pero en el 2008 era obvio que cada una estaba tomando caminos distintos. Una cosa que me estaba pesando mucho era tener esa etiqueta de “rock femenino”, porque éramos un grupo de rock integrado por mujeres, y el 90% de las notas y comentarios iban enfocados en la cuestión de género, y yo ya me tomaba a la música en serio y me estaba aburriendo de ese rollo. Yo pensaba en cuestiones netamente musicales, y cuando nos entrevistaban me preguntaban: “¿Qué se siente ser mujer y tocar rock?”, y la verdad, ya era la vez número 53 en que preguntaban una cosa así, y sentía que me hacían perder el tiempo; es como que te pregunten qué se siente ser hombre y hacer una entrevista, no sabes cómo contestar. Al comienzo fue muy divertido porque teníamos esa actitud muy punk, muy desenfadada, éramos muy chibolas todas y no había problema en mandar al diablo a la gente si te apetecía hacerlo. Al comienzo estaba todo bien porque nos daban bastante vitrina por ser chicas, y en esta sociedad un grupo de mujeres era algo transgresor, pero al cabo de más de cinco años tocando, y cuando nos afianzamos musicalmente, era algo pesado. Por eso ya no quiero tocar en grupos de mujeres, porque no me interesa el rollo. Haces un grupo de puras chicas y necesariamente se promociona como un grupo de chicas, ¿y qué onda?, da lo mismo en realidad.
Empezaste la banda con tus amigas.
Sí, al comienzo sí había una intención, pero estamos hablando del año 99, cuando lanzar un grupo de chicas era como salir calata a la calle, no era normal, era transgresor, y yo quería hacer un grupo que lo fuera. Después me di cuenta de que ya se había acabado el rollo, y nos seguían preguntando por eso, y la gente se fijaba en eso, no escuchaba la música, le daba lo mismo un grupo de mujeres que fuera bueno u otro que fuera malo, igual los entrevistaban, igual llamaban al atención solo por ser mujeres. Entonces dije: no, yo me quiero desmarcar por otra cosa. Cuando el grupo se fue haciendo difícil de manejar y la cosa estaba desgastada, quise hacer mi propio disco, porque tenía canciones que iban por otro lado, entonces, todo se amarró y fue bastante natural.
Pero participaste en el festival Girls of Rock…
He estado en uno de los Girls of Rock, como solista, y en mi banda de apoyo había puras mujeres, fue algo casual, pero aun así nos metían en el rollo. Esa fue mi última experiencia con grupos de mujeres. No me agrada el hecho de promocionar algo por el tema de género, salvo que haya un rollo de fondo del cual quieras hablar, como una marcha o Ni Una Menos, pero promocionar a un grupo porque son hombres o porque son mujeres, me parece cojudísimo.
Tiene que ver con lo que me dijiste de la autenticidad.
Sí. No tengo nada en contra de los grupos de mujeres, yo también he tenido un grupo de mujeres, sería ridículo, pero ahora no me interesa, lo que me interesa es dar a conocer mi propuesta como artista, nada más, y soy mujer porque nací mujer, pero podría haber sido hombre y todo bien.
Y luego de Valium vino tu etapa solista, con una banda de apoyo a la que le pusiste: Los Gatos Eléctricos.
Sí, hubo dos formaciones con Los Gatos Eléctricos, una en donde estaban Tito Renteros de Los Protones en la batería, Maribel Tafur de Valium en el bajo y yo en la guitarra y voz. La segunda formación tenía a Jael Maldonado en la batería, Evelyn Matos en el bajo, Sara Hellen de Valium en la primera guitarra, y yo en la guitarra y voz. Con Anómala tengo a Walo Carrillo en la batería, Estefanía Aliaga en el bajo, Carlos Hidalgo en la guitarra y Daniel López Gutiérrez en los teclados y sintetizadores.
Ellos tocaron en el álbum.
Si, y hay un par de invitados: Rafo Ráez toca la guitarra en un tema, y Maribel Tafur toca el bajo de Anómala.
Cuéntanos de Matus…
Matus es una banda de estudio con la que tenemos varios discos editados en vinilo y en CD. Hemos publicado discos en Alemania, Estados Unidos, Japón y Perú. Se formó en el 2007 y yo entré en el 2008. Todos los discos de Matus son bastante diferentes.
¿Te gustaría editar un álbum solista en vinilo?
Sí, de hecho, probablemente, sería bacan, todos los músicos soñamos con eso.
Ahora que la gente está volviendo a los vinilos…
Sí, de hecho que es provechoso, porque se convierte a la música en un objeto de colección, y es mucho más agradable y enriquecedor escucharlo en formato de vinilo, siempre suena mejor.
Debe ser caro editar en ese formato.
Si, es más caro que editar en CD, pero la gente paga 100 soles por un LP, porque es un producto premium. Todos los discos de Matus están en vinilo, salvo Claroscuro, y los que hemos editado generalmente se han agotado.
Tu nombre es Véronique…
Sí, soy francoperuana, mi mamá es francesa.
¿Y Los Gatos Eléctricos?
Esa fue mi banda hace algunos años, de mi primer disco Veronik y los Gatos Eléctricos. Era una cábala que tenía, que si en algún momento sacaba un disco, se iba a llamar así. Era como la banda que hubiera querido tener de niña, una especie de fantasía, y el nombre del disco fue una especie de homenaje a esa alucinada. y como me gustan los gatos…
Una vez leí que a quienes les gustan los perros quieren recibir amor, y los que les gustan los gatos, quieren dar amor…
Puede ser, es interesante, nunca he reflexionado al respecto.
¿Sientes que tu imagen ha cambiado desde Valium hasta ahora?
Sí, definitivamente, y creo que seguirá cambiando. En medio de todo soy reconocible. Como artista solista es esperable que haya un cambio de disco a disco, de etapa a etapa.
¿Te querías liberar de tu imagen punk, rockera?
No, simplemente quería hacer lo que sentía en cada momento, y no me gusta repetir el plato. Si tenía un look hace 10 años, ya pasaron 10 años, hay nuevas cosas con las cuales jugar y experimentar. Siento que hago cosas mucho más interesantes artísticamente, tanto con mi imagen como con la música. No reniego de lo que hacía antes, me parece que el disco de Valium es un buen disco, pero me da un poquito de flojera consumir música que yo he hecho y que he escuchado hasta la saciedad. Admiro a artistas que han podido superarse a sí mismos y cambiar de estilo y de look de un disco al otro, como Madonna, Björk, Beck o David Bowie, quien es uno de mis favoritos. Me baso más en esa manera de pensar. No me preocupa si me preguntan: “Oye, ¿tu disco es rock, es punk?”, lo que quiero es que quede claro que lo hice yo, que soy Veronik y ya, y que eso tenga sentido y sea coherente, sincero y redondo. No me interesa que me escuchen porque es metal, electrónico o experimental, porque si tuviese que encajar en una de esas escenas, me aburriría terriblemente.
¿Por qué haces música?
Tocar en vivo es muy intenso, es lo mejor a la hora de hacer música. Componer es como una alquimia, nunca sabes cómo va a salir, cómo va a quedar, te sorprende a ti mismo, cada camino al que te conduce cada tema, cada proyecto nuevo. El imaginar la cosa en vivo, crear un universo artístico, es fascinante, es una especie de ficción que dura lo que oyes, ya sea un disco o un show. Solo por esa magia el camino vale la pena, y a veces es muy espinoso, nebuloso o poco claro. Es una motivación emocional intensa, vas a buscar una catarsis y creas un universo. Es como hacer una película, o escribir un libro. Cuando compones un disco o diseñas un concierto, estás diseñando una experiencia de vida, y te van a escuchar, te van a ver, y van a sentir algo, lo que tú decidas, vas a ser un poco el director del viaje de alguien, como es el ayahuasca y el chamán.
¿Alguna vez has perdido el control de tu arte?
Si, muchas veces, sobre todo con Valium, que es el grupo con el que más tiempo estuve tocando. La gente pedía cosas que yo ya no sentía, temas que habían tenido cierto éxito como Muñeca o Bastardo, y yo ya no los quería tocar, porque ya no lo sentía mío, sentía que estaba desgastado, ya no los podía tocar de la misma manera. Pero es normal, porque es como que tu hijo sea mayor de edad y tenga sus amigos, tienes que dejarlo ser. Cuando un tema tiene éxito puede que sea más de la gente que tuyo, y eso es bueno, pero no hay que perder de vista que uno como artista tiene que seguir vivo, y para seguir vivo hay que crear. Desde el 2008 me dediqué a colaborar con otras personas, a ser dirigida por otros, a entrar en proyectos de música de distintos estilos, en estudio, en vivo, haciendo caso para aprender de procesos creativos distintos al mío, porque yo siempre tuve claro que iba a dirigir a mis propios músicos, y para tenerlo claro tienes que trabajar para otros y dejar que te dirijan, que te digan: “Acá tú creas, acá haces esto otro, acá cállate”, y así se aprende. Estoy contenta de que, gracias al theremin, he podido aprender un montón.
Por haber trabajado con diferentes artistas…
Por ser un instrumento distinto, mucha gente quería que colabore en sus proyectos, y eso me permitió saber qué podía ofrecer o hacer en estilos distintos.
Tienes el monopolio del theremin.
Hay más gente que lo toca. Soy thereminista profesional, me pueden dar una partitura y puedo tocarla, o escribir arreglos para una canción, o enseñar a la gente a tocarlo en un nivel básico o intermedio. Lo que busco es dar a conocer al theremin como un instrumento de verdad, un instrumento serio.
¿Vives de la música?
Trabajo para teatro, hago música original, dicto talleres, clases, y toco. Me dedico a la música al 100%.
Y estarás en Pixélika.
El 10 de enero iniciará un taller de theremin en el estudio Pixélika de Barranco, y vamos a tener varios instrumentos a disposición, para que aprendan cómo funciona, cómo se toca, sus alcances y la parte técnica. Durará tres semanas, extendibles.
¿Qué otros planes tienes?
Para Anómala, producir un par de conciertos. La primera versión del disco va a estar en plataformas digitales el lunes 16 de enero, luego anunciaremos la edición física del álbum para distribución local, una edición limitada. Este año estaré abocada a eso. Todo estará en mi fanpage Veronikoficial en Facebook. Los talleres seguirán a la par. Trabajo con Pro DJ Media, la tienda que distribuye a la marca Moog en Lima, con quien veo el asunto de instrumentos para quienes quieran empezar y para eventos.
¿Estudiaste música?
Sí, en el Conservatorio Maurice Ravel de Francia, flauta dulce y traversa, y a los 18 guitarra, mi formación es clásica.
Teloneaste a los B-52’s, cuéntanos de esa experiencia.
Fue en abril del 2008 en el Estadio Nacional, con Los Protones, yo era thereminista invitada. Fue uno de los conciertos que recuerdo con más cariño, fue un conciertazo, genial, la gente no se lo esperaba, el público no había visto un theremin en su vida. Sentí mucha emoción, algo muy intenso, mucha adrenalina, pero a la vez buena onda, sobre todo con el público.
¿Te sientes realizada como músico?
Aún no, es un largo camino, pero siento que estoy en los rieles correctos.
Nunca había escuchado de esta artista interesante !!!!! Éxitos !!!!