PABLO SALDARRIAGA: «EL CHÉ NO ES UN STICKER”

Pablo Saldarriaga, actor y músico, nos habla de política, de su visión de la sociedad peruana y de su experiencia como padre. Él acaba de estrenar su primer espectáculo unipersonal llamado El Ché y los Rolling Stones, mezcla de comedia y musical inspirado en esa figura emblemática que todos hemos visto alguna vez, pero que en verdad no conocemos.

 

Pablo, cuéntanos de tu unipersonal…

El Ché y los Rolling Stones es un espectáculo muy contemporáneo, y con la muerte de Fidel Castro está muy vigente. Fidel afectó a toda la región y a nuestro país en algún momento. Estamos en un cambio de era, en un momento en el que los jóvenes pueden entender lo que sucedió y por qué los íconos funcionan ahí, y por qué aquí se sataniza tanto a la izquierda. La muerte de Fidel hace que la gente reformule algunas ideas. Hemos tenido elecciones hace poco con una representatividad fuerte de la izquierda, y también hemos tenido una historia trágica con un grupo terrorista que tenía los mismos líderes que esta revolución. Entonces los jóvenes, a partir de la muerte de este personaje tan polémico, se empiezan a preguntar un montón de cosas; los mismos jóvenes que confunden a Grau con Abimael Guzmán. El unipersonal habla de un hecho moderno en la cultura popular: el concierto de los Rolling Stones en Cuba, que más tiene de político que de rockero.

Creaste el espectáculo antes de la muerte de Fidel Castro…

Sí, y mientras investigaba vi que el Ché iba a cumplir 50 años de muerto el próximo año, por eso en el 2017 quiero hacer una temporada oficial. Cuando las historias de Fidel y del Ché se juntan y logran la revolución, eran como Lennon y McCartney, pero no necesariamente compartieron ideología todo el tiempo. El Ché no apoyó todo el tiempo a Fidel, y en un momento “rompen palitos”.

La mayoría no conoce la historia…

No solo eso, la mayoría conoce a la imagen del Ché, nada más. No tienen otra referencia de lo que podría haber sido, ni siquiera saben qué es, solo saben que es rebelde.

¿Qué significa Fidel Castro para ti?

Fue un dictador. En una época en la que tratamos de acercarnos a la democracia y a la igualdad, Fidel no encaja. Pero en su momento, en su contexto y con el pensamiento de esa época, Fidel no era un monstruo. No es lo mismo que te comas hoy día un sánguche Miguel, porque todo el mundo va a decir: “Aj, qué asco, qué insano”, a que hayas comido un sánguche Miguel en 1993: “Mierda, qué rico, sánguche Miguel, y además, barato, a 3,50 loco, con papas fritas”; ahora te mirarían mal. Antes decías: “Kentucky, qué rico, los Estados Unidos”, ahora te comes un Kentucky y te dicen: “Aj, colesterol”. Algo así sería lo de Fidel. Y también está el tema de que tuvo que enfrentar un bloqueo económico, aunque no lo justifico. Ahora dicen que tenía cajas fuertes llenas de dinero, mientras el pueblo se muere de hambre. Lo que quiero transmitir en el espectáculo es que tu cabeza es tu revolución, tu patria está en tu cabeza, y no tienes que hacer todo lo que te dice tu jefe. El Ché representa algo, no es tan banal, el Ché no es un sticker, simboliza algo, y ahora nos comunicamos con símbolos, con emoticones decimos: “estoy rebelde”.

Hace poco estuviste en la comedia Bota por mí, ¿podrías contarnos un poco de esa experiencia?

Se hizo con la coyuntura electoral, y con esa obra inauguramos el Teatro Plaza Norte. Fue como abrir un poco el centralismo que había en el teatro, ubicado más en la zona de Barranco y Miraflores.

¿Qué tal el público del Cono Norte?

Chévere, pero todavía no estaba preparado para una temporada larga. Empezamos bien, pero la audiencia bajó. En El Perú, ja, ja sí teníamos todas las funciones llenas. Nos fue mejor en el Teatro Peruano Japonés, pero el público del Cono Norte fue superamable. Hay chistes que funcionan de acuerdo con la zona, y los chistes sobre Acuña funcionaban muy bien, pero con los de Verónika Mendoza, nadie se reía. La obra era una tragicomedia musical, no pretendíamos dar lecciones de nada, solo poníamos temas polémicos y nos burlábamos sin ninguna piedad, y eso encendía un click en la gente, una incomodidad que les hacía pensar.

¿Hubo algún tipo de censura?

Sí, la íbamos a estrenar en el Teatro Pirandello, y nos mandaron a Plaza Norte, porque se suponía que un ministro italiano iba a venir al país, y no se quisieron manchar.

Y tú, ¿has votado por alguien alguna vez?

Sí, pero casi siempre vicio.che Pablo como el Ché Guevara en El Ché y los Rolling Stones

 

¿El público del Cono Norte es diferente al del circuito teatral de Miraflores y Barranco?

Sí, es muy receptivo, acepta, aplaude, no viene a criticar teatralmente, viene a divertirse, no viene a ver si la obra está buena. Aunque están con los celulares, pero acá somos más permisivos que en Estados Unidos, ahí sí te botan de la sala.

A propósito, creo que viviste un tiempo fuera del país…

Sí, en Alemania. Fui a buscar otra formación, otra estructura, y fui sin saber alemán. Se aprende de la sociedad alemana, es una sociedad… vieja, occidentalmente vieja. ¿Cuántos años de occidentales tenemos nosotros?, ¿300, 400?; bueno, un pueblito de ellos parecido a Chosica debe de tener mil años de sistema de vida occidental, nos llevan casi el triple de años de ventaja, y eso te enseña otra manera de urbanística, de usos y costumbres. Yo viví en La Perla mucho tiempo, y voy a Miraflores y aprendo que vale la pena pagar impuestos, que la municipalidad te brinda los servicios, te cuidan, que cuidan los parques, que la gente no se impone y que tienes que respetar al del costado, y que tengo que sacar a mi perro con correa, que el carro no tiene que pasar en vez de los peatones, un montón de cosas de ese tipo.

¿En qué parte de La Perla viviste?

Por el malecón, en el límite con San Miguel. En esa parte del Callao el mar es achorado, no es un balneario. Mis padres aún viven ahí, y siempre los visito.

¿Crees que a los peruanos nos falta civilizarnos un poco?

Es que nosotros hemos tenido civilizaciones no occidentales. En la amazonía y el ande tienen otra cosmovisión, otra forma de respetar al espacio en donde viven, otra estética. Ahí sí somos milenarios, pero en vida occidental, no. Cuando hicimos El Perú, ja, ja entendimos que el Perú fue el último país en independizarse de la colonia europea, porque era el centro, por aquí entraba todo, éramos los más cool, ¿para qué íbamos a salir de la comodidad? Por eso tuvieron que venir otros a luchar contra los mismos peruanos, tuvieron que venir un argentino y un venezolano a luchar contra un ejército de peruanos para liberar al Perú.

¿Alguna vez has tenido ganas de participar en política?

No, no hay forma. Creo que nadie se quiere embarrar, ¿no? Lo que pasa es que todo el mundo sabe que te enfrentas al sistema que ya está podrido. Ollanta no entró queriendo estafar a todo el mundo, él llegó y se dio cuenta de que no podía hacer nada. Yo no lo defiendo, me parece un mequetrefe, un desastre, pero, ¿cuál era su opción?: unirse a la corrupción o no hacer nada. O no haces nada, o te unes a todo el sistema corrupto para hacer algo, pero si quieres hacer algo, tienes que robar porque, para legalizar tus proyectos, tiene que aceptarte el Congreso, y si ahí no tienes mayoría, nunca vas a poder hacer nada, y te van a dar la contra para bajarte, para meter a uno que sí pueda negociar. Por ejemplo, Alan García transa con todos, para mí es el único animal político.

Volviendo al teatro, de todas las obras en las que has participado, ¿cuál te ha gustado más?

Tres: Una noche con Groucho Marx, Tu Lima y La tía de Carlos.

¿Es verdad que te vetaron de la Universidad de Lima?

Ah, fue cuando hicimos Star Stone, que es una obra un poco polémica. Nos vetaron, pero luego nos invitaron con El Perú ja, ja. Creo que fue una bronca interna de poderes en donde nos usaron, fue una venganza contra una directiva.

¿Y tu banda, La Roja?

A veces nos llaman para tocar los hits, pero no estamos vigentes en el mercado, no hacemos videos ni tenemos manager, somos indie, en el concepto más básico de la palabra. Podemos tocar en el estadio de San Marcos o en la Noche de Barranco y siempre sonamos bien.

Si no fueras actor, ¿a qué te gustaría dedicarte?

Creo que a la cocina.

¿Es cierto que eres DJ?

Si, es como un buen cachuelo. No soy un DJ profesional, pero soy un buen selector, y he sido DJ residente durante cuatro años en una discoteca de Barranco.

Además, tocas varios instrumentos…

Sí. Tengo un órgano Farfisa de 1976, lo compré en Alemania. Me encanta coleccionar, me encantan ese tipo de cosas viejas. Suena como un piano eléctrico antiguo, como el sonido de Los Pasteles Verdes o los Gatos. Mi instrumento es el saxofón, pero todo músico necesita piano y guitarra para poder guiar su composición.

p2

Una vez dijiste que la película Bala Perdida te marcó…

Si, a pesar de haber sido hecha en video, tiene una logística de realización de cine, y todos los que estaban ahí eran muy amantes del cine. Había todo un equipo con la voluntad de experimentar. Fue en el año 2001, y fue la primera película peruana grabada en digital. Participaron varios amigos: Rodrigo Sánchez Patiño, Nicolás Galindo, Aldo Salvini, Aristóteles Picho, Daniela Sarfati. Me gusta el cine, que no es solo lenguaje visual: es ritmo, es luz y es sonido. Me gusta conversar con directores freak, no solo aprendes filmografías, sino el sentido de algunas tomas, por ejemplo, la clásica toma de Scorsese de Buenos Muchachos, en donde los dos están sentados y se acerca la cámara y el zoom lo tira hacia atrás y sientes que la imagen no se mueve porque la imagen de atrás está cambiando de una manera en que no entiendes: eso es lenguaje cinematográfico, es algo que la televisión no tiene y que muchas películas narrativas no tienen.

¿Has dirigido alguna película?

Rodé un cortometraje en 16 mm que trata de Clímaco Basombrío, de una conversación ficticia que tuvo con Dios antes de coger el martillo  y cometer el asesinato.

¿Qué opinas del cine peruano?

Que es un cine preindustrial, que vale todo, menos Macho que se respeta y El pequeño seductor, eso es subcine, las he visto, ni siquiera llega ser un mal ejercicio universitario, es una estafa, te reto a que las veas a ver si duras más de 25 minutos viéndolas. El nivel de producción del Chato Barraza es mejor que el nivel de Macho que se respeta, que es una huevada que no tiene nombre. Una cosa es una película mala que puedes ver completa, como Legalmente rubia o Scary movie, pero otra es una en la que podrías irte al baño, regresar, y en la película no ha pasado nada, no tiene estructura, ni ritmo, ni nada.

Pero hay más películas peruanas…

Asu Mare es un proyecto no cinematográfico que impulso al cine peruano. Asu Mare 1 no es una película en si, es un proyecto de un pata que hace stand up comedy durante ocho años, graba algo de eso, y lo mete en una especie de docuficción. Pero cambio el curso de la historia del cine nacional y la dinámica de la rentabilidad. La gente que fue a ver la película es toda la gente que no pudo ir a ver su proyecto escénico. Carlos Alcántara ha trabajado año tras año, no ha sido un éxito de un momento a otro, él ha caminado paso a paso.

¿Admiras el trabajo de algún actor?

De Rebeca Ráez, Alejandra Guerra, hay un chibolo que se llama Emanuel Soriano, Pietro Sibille es muy bueno, Patricia Barreto,  Franklin Chávez.

Hablando de algo más personal, ¿cómo te cambió el nacimiento de tu hija?

Depende de cómo lo asumes. Yo no vivía junto a la mamá de mi hija, y tenía que cumplir con unos horarios muy estrictos. La tradición dice que un típico padre peruano es relajado y solo apoya a veces. Yo, cuando tuve a mi hija, no estaba apoyando a nadie, más bien, si me querían apoyar a mí, chévere, pero yo exigía mi espacio, el 50% de la crianza. Toda la organización de tu cronograma cambia radicalmente, porque los hechos son diarios, las anécdotas son diarias. Para mí era placentero darle el biberón a mi hija en las madrugadas. Todo cambia radical y nuclearmente. Y la metí en mi ritmo de trabajo, va a los ensayos, a las obras.

¿Te gustaría que se dedique al arte?

Lo que me interesa es que tenga una parte de educación artística. En Los colegios debería enseñarse danza, es una actividad que puede ser determinante para una sociedad. La gente dice que todo es mental. Creo que la cabeza no manda al cuerpo, sino que es retroactivo: la cabeza manda al cuerpo y el cuerpo manda a la cabeza.

En tu musical Star Stone se alude a la marihuana… ¿qué piensas de la legalización de su venta?

La venta es un delito. Eso de la legalización es una treta política, porque no va a hacer que más gente fume, no es una campaña pro. Si legalizas la Unión Civil, no van a aparecer más gays. No por ver muchas películas de violencia la gente se vuelve violenta. Entonces, ¿por qué con tantas películas de amor la gente no esta tirando en las calles? En Estados Unidos ha sido legal o ilegal de acuerdo con la conveniencia de cada estado, A Texas no le va a convenir legalizar la marihuana porque es frontera con México. En Uruguay es diferente. Hay un documental que lo explica, se llama The Union, el negocio detrás de la marihuana. Tomar alcohol no es tan mal visto como fumar marihuana, pero si ves los niveles de mortalidad, el más alto lo tiene el alcohol, seguido por el tabaco, sin hablar de drogas que compras en la farmacia. Si tuviéramos que prohibir sustancias a partir de estadísticas de peligro, se tendría que prohibir al alcohol y al tabaco con todo lo que implica bajarte una economía.

Para terminar, si pudieras tener un superpoder, ¿cuál elegirías?

Seria invisible.

 

 

 

Entradas recientes

Comentarios recientes

Archivos

Categorías

Giancarlo Tejeda Written by:

Be First to Comment

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *